Por Julio Díaz
El Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) impulsa la creación de predios demostrativos que sean un ejemplo para su entorno. Durante 2025 se espera contar con 4 de estos faros por cada región, pero La Araucanía tomó la delantera y ya tiene 88. ¿Por qué? Su agricultura a pequeña escala y las prácticas ancestrales son parte de la explicación.
En 2015, después de trabajar en una empresa exportadora de arándanos, primero convencional y luego orgánica, la ingeniera agrícola Georgina Toro (43) se volcó a cultivar, sin agroquímicos y con manejos agroecológicos, hortalizas de innovación como acelgas de colores, mizuna y kale, ajo chilote, papa, trigo y berries. Y no solo eso: el año pasado abrió su predio de 7,8 hectáreas, ubicado en la comuna de Vilcún, región de La Araucanía, a otros agricultores de la zona, para compartir con ellos sus experiencias, conocimientos y prácticas amigables con el medioambiente.
Por estas razones su campo es denominado hoy un “faro agroecológico”, un espacio demostrativo y educativo que va iluminando a otros agricultores de su mismo territorio para producir alimentos saludables y adaptarse a los efectos del cambio climático, un modelo que el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) quiere promover a nivel nacional para ir avanzando hacia una agricultura más sostenible y resiliente.
Georgina Toro dice que siempre tuvo interés por la agroecología, por cultivar sin químicos, “porque me tocó trabajar con plaguicidas y sé lo que pueden producir, sus efectos dañinos en la salud de la gente y en los ecosistemas: el agua, los suelos, la biodiversidad”. Y agrega que esta forma de hacer agricultura además es económicamente viable y socialmente justa.
“Yo partí sola, en forma independiente, pero luego me hice usuaria de INDAP, que me ha apoyado en este camino y que me designó como un faro por mi forma de trabajar, lo que me ha permitido compartir manejos prediales y tips con otros agricultores, de quienes también he aprendido mucho. Es una experiencia muy gratificante”, asegura.
Sobre las prácticas que comparte, dice que “son de manejo de suelo, cómo planto y voy utilizando la materia orgánica; la fabricación y uso de biofertilizantes, como té de guano y humus; corredores biológicos y plantas repelentes para el control de las plagas y enfermedades. Esto permite ahorrar tiempo, insumos y mano de obra, además de aumentar la producción, ya que mejora la estructura del suelo y la fertilidad de las plantas”.
Desde que se convirtió en “faro agroecológico”, Georgina Toro ha recibido más de 300 agricultores en su predio –comitivas municipales y de consultoras–, a quienes también brinda almuerzo durante la jornada de campo.
Santiago Rojas, director nacional de INDAP, afirma que casos como el de Georgina Toro se espera replicar a nivel nacional una vez que finalice el primer ciclo del Programa Transición a la Agricultura Sostenible (TAS), que se creó el año pasado y donde participa un millar de agricultores, de 2.700 que postularon online: “La idea es tener 4 faros escuelas por región a partir de julio de 2025. No van a ser full agroecológicos, pero sí unidades demostrativas ejemplares para su entorno, con un ecosistema similar, para transitar hacia una producción más sustentable”.
Agrega que para INDAP lo importante de los faros es que los agricultores tengan referencias y vean que sus vecinos avanzan; que el uso de bioinsumos, compostaje y lombricultura tienen impactos positivos, permiten reducir costos y mejoran la producción; que se den cuenta de lo peligrosos que son los agroquímicos; que mediante estas prácticas mejora el entorno social, la vida comunitaria”.
Una región que ilumina
En este tránsito, Rojas separa el caso de La Araucanía, que lidera la creación de faros con un total de 88. Esto se explica –dice– por varios factores: Es la región con más usuarios de INDAP; tiene una agricultura a pequeña escala, a diferencia de otras regiones donde esta es más extensiva; hay agricultores que ya son agroecológicos y se les está potenciando; existen prácticas ancestrales de cuidado de la naturaleza que están arraigadas, y “todos están remando para el mismo lado”.
De lo anterior da fe Patricio Camoglino, encargado de Agroecología de INDAP Araucanía, quien dice que en la región no están construyendo faros, sino que develando predios que ya son ejemplo de buen suelo, de alta biodiversidad y de prácticas que aportan a la diversificación, la productividad y la resiliencia, que no son pocos. “Son ejemplos muy locales, con prácticas muy locales, y que se están convirtiendo en espacios de acciones formativas”, apunta.
“Ya tenemos una masa crítica para de aquí a dos años contar con una red de faros y claridades para rediseñar predios e implementar prácticas agroecológicas de transición o adaptación al cambio climático. Ha sido bonito identificar a gente de INDAP que se formó en agroecología en los 80, a extensionistas jóvenes que quieren trabajar en producción sostenible y a señoras que tienen la cultura de la huerta campesina”, dice.
Entre estos faros escuelas de conocimiento también está Iván Galindo, quien luego de trabajar en tapicería en Santiago se trasladó hace 7 años a la zona cordillerana de Purén, donde hoy tiene un huerto agroecológico en el que ha producido hasta 126 tipos de hortalizas en una temporada. En su predio también realiza agroturismo y da charlas sobre sus técnicas de cultivo con cero labranza y uso de guano y mulch, además de venta de semillas, verduras y gastronomía de la zona.
“Yo todo lo he aprendido en YouTube y lo he ido adaptando a mi realidad. Algunas cosas fracasaron y otras dieron buenos resultados. A partir de ahora comenzaré a recibir a agricultores y les mostraré lo que he logrado. Mi eslogan es observar la naturaleza y aplicar sus enseñanzas a pequeña escala”, dice el agricultor.
Santiago Rojas señala que en este tránsito hacia una agricultura más sostenible aún falta mucho: “Antes que como Gobierno incorporáramos el tema de la sostenibilidad en la práctica real de INDAP la única información disponible era una línea base de 2015, según la cual el 2% de los usuarios decía que tenía prácticas sustentables, pero partimos y el impacto ha sido grande, y se refleja, por ejemplo, en la creación de la Red Nacional de Sustentabilidad y en el gran interés y orgullo por participar en el TAS”.
Fuente: INDAP.CL