Mientras la atención pública se concentra en el vértigo electoral, la OCDE acaba de publicar un estudio que mira mucho más lejos: “Chile 2050: Foresight Across Society, Technology, Economy, Environment, and Governance”.
El documento invita a pensar el país desde la prospectiva estratégica: no proyectar lo que pasará, sino anticipar disrupciones, construir escenarios posibles y diseñar políticas resilientes frente a la incertidumbre.
El futuro no se predice, se construye
La idea central del informe es tan simple como desafiante: el futuro no se predice, se construye.
Para ello, la OCDE propone un método en cinco pasos —desde identificar los supuestos que guían las decisiones actuales hasta crear escenarios y planes de contingencia— que ya aplican países como Finlandia, Canadá o Singapur.
En el caso de Chile, la pregunta clave es cómo asegurar un crecimiento inclusivo y sostenible en un mundo dominado por la inteligencia artificial y la transición verde.
Cinco dimensiones del desarrollo
El informe aborda cinco ejes estratégicos: sociedad, tecnología, economía, medioambiente y gobernanza. En cada uno, plantea desafíos y oportunidades para las próximas décadas.
1. Sociedad:
El envejecimiento será un cambio estructural. Hacia 2050, uno de cada cinco chilenos tendrá más de 65 años. Convertir ese dato en oportunidad requerirá políticas de empleo, formación continua, cuidados de largo plazo y medidas que impulsen la natalidad y la igualdad de género.
2. Tecnología:
Chile invierte solo un 0,4% del PIB en investigación y desarrollo, muy por debajo del promedio OCDE.
Si quiere ser actor en la revolución digital, deberá fortalecer su ecosistema de innovación, mejorar la formación en STEM y cerrar la brecha de habilidades digitales. La velocidad del cambio tecnológico exige políticas flexibles y revisiones constantes.
3. Economía:
La dependencia del cobre sigue siendo un límite.
El desafío es diversificar hacia actividades de mayor valor agregado —procesamiento de minerales, baterías, tecnologías limpias— y nuevos sectores como los servicios digitales, la astronomía o el turismo científico.
Hoy, la productividad chilena equivale apenas a la mitad de la media OCDE por hora trabajada.
4. Medioambiente:
Chile puede liderar en energías renovables e hidrógeno verde, pero es altamente vulnerable al cambio climático.
Sequías, incendios y contaminación amenazan su calidad de vida.
La OCDE insta a acelerar la adaptación, mejorar la gestión del agua y garantizar una transición energética justa e inclusiva.
5. Gobernanza:
Para sostener políticas de largo plazo, se necesitan instituciones sólidas y técnicas, transparencia y una administración pública con visión estratégica.
La cultura chilena del consenso aparece como un activo: si logra institucionalizarse, puede convertirse en la base de una mirada de futuro compartida.
Mirar más allá del ciclo político
El mensaje es claro: las decisiones de hoy determinarán si Chile en 2050 será un país próspero, sostenible e inclusivo, o si quedará atrapado en sus propias inercias.
La OCDE advierte que anticipar exige mirar más allá del corto plazo electoral y planificar con visión de Estado.
En tiempos en que la urgencia domina la agenda, este llamado suena contracultural.
Pero también profundamente necesario.
Quizás la mejor forma de preparar el Chile del futuro no sea adivinarlo, sino empezar a diseñarlo desde ahora.
Para El Maipo, Álvaro Ramis, Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
