(París) La renuncia inesperada el lunes del primer ministro francés, Sébastien Lecornu, arreció la tormenta política que enfrenta el presidente Emmanuel Macron, cuya dimisión reclaman o evocan diversos sectores de la oposición.
El Gobierno de Lecornu, anunciado el domingo al caer la tarde, no duró mucho más de 12 horas, y su gestión como primer ministro no llegó al mes (27 días), el más efímero de la V República y el tercero obligado a dejar el cargo desde diciembre pasado.
Macron le encargó ayer a su aliado realizar un último esfuerzo de negociación con las fuerzas políticas, en aras de la estabilidad del país, misión con el miércoles como plazo de cumplimiento.
Después de esas gestiones, si fracasaran, el presidente asumirá sus responsabilidades, adelantó su entorno, según la cadena BFM TV, en una postura abierta a la interpretación.
Hasta ahora, Macron ha sido categórico en el tema de la renuncia frente a la crisis política, descartándola bajo el argumento de que terminará en 2027 el mandato emanado de las urnas.
Para el líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, el jefe de Estado es el responsable del “caos” imperante en suelo galo, y la única solución es su salida del Elíseo.
De hecho, los insumisos promueven una moción de destitución del presidente al amparo de la Constitución, la cual será analizada en el Buró de la Asamblea Nacional, por el momento con escasas probabilidades de éxito.
Por su parte, la primera secretaria de Europa Ecología los Verdes, Marine Tondelier, consideró la renuncia como una opción, pero privilegió la solución de nombrar a un primer ministro de la izquierda, mencionando también en un segundo plano la tesis de la disolución de la Asamblea Nacional.
En general, para la izquierda, salvo los insumisos, la mejor salida en función de sus intereses sería que Macron designe un jefe de Gobierno procedente de sus filas. Esto explica que los socialistas descartasen acudir hoy a una reunión de los partidos del Nuevo Frente Popular, acusando a LFI de solo apostar por la dimisión del mandatario.
Respecto a la organización identificada con la extrema derecha Agrupación Nacional (RN), su exigencia se centra en la disolución de la cámara baja, con la mira en unas elecciones legislativas en las que buscaría la mayoría absoluta en la Asamblea, lo que podría conducirla a gobernar Francia en solitario.
Disolver o dimitir, esos son los dos caminos que tiene Macron ante sí, según la líder de RN, Marine Le Pen.
Si lógico resulta que la oposición presione al mandatario, preocupante para él es que también lo hagan figuras del oficialismo o aliados cercanos.
El ex primer ministro Gabriel Attal consideró que ya no comprende las decisiones del jefe de Estado y lo instó a apostar por un negociador que busque el compromiso de los partidos por el bien del país.
Más lapidario fue aún otro ex primer ministro, el líder de Horizontes, Édouard Philippe, quien pidió a Macron tratar de resolver la cuestión de dotar a Francia de un presupuesto 2026 y después convocar a comicios presidenciales anticipados.
Por lo pronto, las miradas se dirigen a las consultas que realiza este martes Lecornu, las que podrían arrojar pistas sobre que significa exactamente “asumir la responsabilidad”, frase atribuida al jefe del Elíseo.
Además de la hipótesis de la renuncia y de la cohabitación, o sea nombrar a un primer ministro de la izquierda, se baraja la de nominar un gobierno de tecnócratas, algo así como nombrar a figuras neutrales, encargadas de empujar al país sin una línea política definida, un escenario tan imprevisible como inexplorado.
El Maipo/PL