(Madrid) Las reticencias en las últimas horas de la OTAN de aceptar la propuesta de España de fijar en un 2,1 por ciento su gasto militar, supone hoy un desafío para Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno español viajó a La Haya, sede de la cumbre de la Alianza Atlántica, con una carta que este domingo pareció triunfal, pero que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, enfrió por completo.
Rutte dijo que España debería elevar su presupuesto de Defensa al 3,5 por ciento del PIB, en contravía de lo expresado por Sánchez.
Esto calentó aún más la atmósfera política española, que ya era tensa a partir de la postura del conservador Partido Popular (PP) de poner en duda la declaración de Sánchez sobre el gasto militar.
Una cortina de humo, afirmó el líder de la oposición del PP, Alberto Núñez Feijóo, mientras la organización Podemos, fue bastante incisiva al señalar su máxima dirigente, Ione Belarra, que España no debería ni siquiera negociar con la OTAN.
El jefe del Ejecutivo destacó que España seguirá siendo un actor clave de la Alianza Atlántica, sin comprometer su modelo social ni su autonomía estratégica.
Recalcó que el objetivo del 2,1 por ciento del PIB en el gasto militar fijado por su país, responde fielmente a las capacidades requeridas por la OTAN, al tiempo que señaló la viabilidad del acuerdo para mantener el estado de bienestar de la nación ibérica.
De esta forma, España se liberaría de la exigencia de Estados Unidos de que todos los integrantes de la Alianza Atlántica tendrían que subir el gasto militar en un cinco por ciento del PIB, a lo cual ya se había opuesto.
El Maipo/PL