Ya no importa solo el precio. Los consumidores están comenzando a comprar de manera responsable, teniendo en cuenta muchos otros factores y no simplemente la satisfacción de tener o la necesidad de adquirir. El consumo ético fuerza a que haya una oferta responsable que lo colme y satisfaga.
¿Qué es el Consumo ético? El precio siempre importa, pero ya no es el único factor a tener en cuenta a la hora de adquirir bienes. Hoy también pesa el origen de los productos, la forma en la que fueron fabricados o producidos. Y que se sigan prácticas responsables y sostenibles a lo largo de toda la cadena que lo lleva desde su origen a las manos del usuario final.
Nuevos y decisivos factores
Hasta hace muy poco tiempo nadie se planteaba cuál era el origen de la ropa que compraba. Pero hoy sí que es importante saber que una prenda no proviene de fábricas situadas en los países más pobres. O que emplean mano de obra excesivamente barata o a niños, para confeccionarlas. De hecho, hace muy poco que en Europa se puede decir: por fin, se acabó el greenwashing en la moda.
De manera similar, no éramos conscientes de qué era lo que había detrás del foie gras, de una chuleta o de una docena de huevos. Hoy se conocen los entretelones de la producción. Y muchas personas han optado por no consumir este tipo de alimentos para no contribuir al sufrimiento animal que haya detrás. Las ventajas de consumir productos de origen orgánico y los alimentos ecológicos son evidentes. Se cultivan sin pesticidas y se crían sin alimentación artificial ni maltrato animal.
Pero el hecho de que su producción sea sustentable, hace que muchos consumidores se decanten por esta opción, pensando también en aportar su granito de arena a favor del cuidado del Medio Ambiente y por supuesto para su propia salud.
Las empresas se toman la molestia, ha de hacer estudios de mercado, encuestas y cientos de investigaciones con tal de saber qué es lo que busca el cliente. Y muchas se han dado cuenta de que ser trasparentes, medioambientalmente responsables y respetuosos de las leyes y los derechos de sus trabajadores, es más redituable que hacer descuentos o lanzar ofertas puntuales.
Los consumidores éticos son muy estrictos a la hora de exigir calidad, transparencia, honradez, respeto y una serie de condicionantes que pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso del mejor de los productos. Y el número de consumidores de este tipo aumenta de manera exponencial. Por lo que la presión que ejercen se hace más importante cada vez.
Formas de consumo ético
Se habla de formas de consumo, porque a veces es tan o más perjudicial para una marca que sus productos sean víctimas de una “no compra” organizada. Consumir éticamente significa comprar a conciencia o no hacerlo, de forma también responsable.
Esto es elegir productos cuya trazabilidad sea comprobable, que estén certificados por organismos responsables como naturales, ecológicos o bio, comprar productos de precio justo, etc. En definitiva, favorecer a aquellos productos que son fabricados, distribuidos y entregados de forma ética.
Consumo negativo
No comprar productos o marcas que se sepa que no están comprometidos con todo lo anteriormente mencionado también es una forma de consumir. Hacer un boicot o ‘clausurar’ una marca o un producto tiene mucho peso en el mercado. Eso implica no consumir lo que se sabe, no fue concebido y manipulado de manera ética a lo largo de la cadena de producción, transporte y/o venta final.
El consumo negativo se suele usar también como forma de presionar a ciertas empresas para que realicen determinados cambios. Ha habido casos muy sonados en los que los compradores se negaron a adquirir cierto producto y consiguieron cambios fundamentales.
Nunca como ahora, el consumidor tuvo tanto poder sobre lo que adquiere. Ya que las comunicaciones son tan ágiles que todo tipo de información relacionada con los productos está al alcance de la mano de cualquiera que se interese por saber. Ni hablemos de las RRSS y su enorme poder mediático. La mala publicidad es más efectiva que la “buena” y los errores se acaban pagando muy caros.
Una forma de vida
El consumo ético no es una moda, sino un modo de vivir más responsable con el Medio Ambiente y la sostenibilidad. Y orientado a satisfacer las necesidades de los consumidores, más allá del simplismo de comprar y consumir.
Un consumidor ético suele tener un perfil muy claro. Es un ciudadano responsable, que no solo compra de forma consciente, sino que actúa así en el resto de sus actividades. No imprime una hoja de papel si no cree que es absolutamente necesario, evita el uso de plásticos, recicla y reutiliza todo lo que puede, educa y predica con el ejemplo.
Es gracias a ese tipo de consumidores, que el mercado en general se está volcando a la producción más ética. Como respuesta a la necesidad cada vez más acuciante de cuidar nuestro planeta, sus recursos y ser moralmente responsables de cada uno de nuestros actos.