Alejado de todo análisis político serio es el pobre espectáculo que el Frente Amplio deja ante el ofrecimiento de Gustavo Gatica para ir en la lista única parlamentaria.
Podría entenderse y dejar constancia que el alejarse de todo lo sucedido en octubre es una especie de nuevo negacionismo político, que se convierte en una pesada carga que entorpece la forma de administrar el gobierno.
Cuando toda la clase política saluda los acuerdos desde la UDI hasta el PC, es que se prolonga la pobreza y se extiende la desigualdad. Siempre gana la derecha, así lo dijo Radomiro Tomic.
Miles de chilenos salieron a las calles como una marea que buscaba la playa. Todo el país instalado sencillamente para exigir derechos básicos negados. Más de un millón de mujeres se desbordaron para instalar sus justas demandas, desde igual trabajo igual salario, y también como el decidir sobre su propio cuerpo.
Gustavo Gatica y Fabiola Campillay fueron maltratados por la policía hasta dejarlos ciegos. La violencia ejercida por carabineros les privó de uno de los cinco sentidos básicos de las personas. Decir también que fueron cientos hasta los días actuales sufren las consecuencias de traumas oculares responsabilidad de la policía y del gobierno de esa época.
Mario Acuña, un sencillo poblador de Paine fue golpeado hasta que los carabineros se aburrieron y lo dejaron sin movilidad por el resto de su vida. El presidente declaraba la guerra y anunciaba que un ejercito secreto había cruzado la cordillera para derrocarlo. Es bueno volver a octubre siempre.
Un diputado amenazaba al presidente Piñera que sería perseguido hasta alcanzar la justicia por la criminalidad que ordenó en esos días y semanas. No pasó nada, finalmente sería despedido como un demócrata desde el primer día.
Las contradicciones políticas internas del Frente Amplio donde se discute entre diferentes fracciones son bastantes diferentes. Desde los que levantan las banderas del buen vivir, hasta los que insisten que se debe instalar una propuesta, económica, política y social distinta. Es evidente que la ex concertación instaló el huevo de la serpiente.
Muchos de los que son autoridades en la actualidad, miraron sin entender la voluntad de alterar lo injusto. No lo vieron venir dejaron escrito los que desde 1990 se acomodaron al buen vivir, al sentirse indispensables donde sin ellos nada habría sido posible.
No basta con haber juntando algunos partidos, grupos, lotes, el asunto es la entrega de propuestas que sean las que inevitablemente lleven a construir un país a escala humana, que no es otra cosa que derechos básicos y salarios dignos. No hay épica ni narrativa.
Gustavo Gatica no es militante del Frente Amplio, pero se ofreció para estar, para sumar y lo justo es recibirlo con los brazos abiertos, es nuestro compañero de lucha, fue maltratado en la calle, la misma del 2011.
Pocos recuerdan que existió un acuerdo que los diputados elegidos del FA solo ejercerían por dos periodos, pero aquello ya se borró con el codo. La misma vieja política que fue condenada en sus inicios al fuego eterno. Finalmente, cada diputado se convirtió en un pequeño señor feudal al cual sólo pueden entrar sus amigos y la fracción a la que pertenecen.
Se entiende que el Congreso es la madre de todas las batallas, desde allí se puede ser opositor o subir al sueño de los acuerdos donde los únicos maltratados son los sectores populares, la clase obrera, a la que algunos ya ni siquiera la reconocen.
No lograron entender los nuevos actores políticos la derrota del primer intento constitucional, menos la catástrofe de Gonzalo Winter en las primarias presidenciales. No haber alcanzado dos dígitos es evidencia de un recorrido mal trazado, errores involuntarios y provocados.
Gustavo Gatica merece estar en la lista como candidato al parlamento. Está por sobre muchos de los cuales viven de la suculenta dieta parlamentaria. No es buena la foto de algunos en la cámara de diputados.
La elite se salva sola. Juega sin importarle que desde el movimiento popular existen gestos muy dignos y que pagaron con elevados costos de sus vidas, lo que no han alcanzado siquiera a ser proyectos de ley.
Existe un descontento social que se mantiene, que aprendió la lección y en quienes debe confiar. Los que fueron a lavar su polera mata pacos no estarán, sus preocupaciones están dos pasos más abajo que el olimpo.
Quedan pocos días para que se haga pública la lista del supermercado de candidatos. Pocos rostros nuevos y los que llegan son hijos de los caciques, los duendes que definen todo entre cuatro paredes, los que han convertido a su militancia en correas transportadoras de votos, y los que desde alguna alcaldía dicta como deben ser los asuntos.
Gustavo Gatica debe estar en el próximo congreso y sin corbata por supuesto.
Pablo Varas, Profesor de Historia, chilote de corazón, escritor melipillano, colaborador de elmaipo.cl
El Maipo
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