El discurso de renuncia al libre comercio de Sullivan, y la política del presidente Biden de reindustrializar la economía, constituyen una modificación radical de las reglas del juego que impuso Estados Unidos desde hace 30 años y que multiplicó los TLC en todo el mundo. Ahora, Biden está siguiendo la estrategia del expresidente Trump: no más globalización; no más libre comercio, fundamento de la consigna “Make America Great Again”.
En un reciente discurso, Jack Sullivan, asesor de Seguridad Nacional del presidente Biden, sistematiza la nueva política comercial del gobierno norteamericano. Da por terminados los tratados de libre comercio y propone un “Nuevo Consenso de Washington” (On Renewing American Economic Leadership, Brookings Institution, 27 abril de 2023).
Según Sullivan, “los recortes fiscales, la desregulación, la privatización a expensas de la acción pública y la liberalización” han resultado un fracaso. Agrega que también fue un error “el supuesto dominante de que el crecimiento basado en el comercio sería un crecimiento inclusivo, es decir, que las ganancias del comercio acabarían por repartirse ampliamente entre las naciones”.
El discurso de Sullivan quema todo lo que los gobiernos norteamericanos adoraron durante 30 años, entre otras cosas los tratados de libre comercio, para impulsar nuevas políticas en el plano interno e internacional.
El cuestionamiento de Sullivan al neoliberalismo y al libre comercio no resulta ingenuo, sino apunta a la defensa de los intereses estratégicos de su país, que se consideran vulnerados por el creciente poderío económico chino.
Ello explica la preocupación central de los Estados Unidos de reindustrializar la economía, mediante políticas proteccionistas.
En efecto, en su discurso a la Unión del pasado febrero 2023, el presidente Biden declaró: “Compraremos productos estadounidenses para asegurarnos que todo, desde la cubierta de un portaaviones hasta el acero en las barandillas de las autopistas, se fabriquen en los Estados Unidos en lugar de confiar en las cadenas de suministro extranjeras”.
Y, muy especialmente, el gobierno norteamericano intenta alcanzar hegemonía en la producción de semiconductores, porque sólo fabrica alrededor el 10% de los semiconductores del mundo, y la producción de chips más avanzados se concentra geográficamente en otros lugares.
Por otra parte, EE.UU. sólo produce el 4% del litio, el 13% del cobalto, el 0% del níquel y el 0% del grafito necesarios para satisfacer la demanda actual de vehículos eléctricos. Mientras tanto, más del 80% de los minerales críticos son procesados por China.
Así las cosas, Jack Sullivan señala que la nueva estrategia comercial de los Estados Unidos apunta a “ir más allá de los acuerdos comerciales tradicionales para construir nuevas e innovadoras asociaciones económicas internacionales centradas en los retos clave de nuestro tiempo”. Y, por cierto, el acceso a los recursos naturales, en particular el litio, está en el centro de sus preocupaciones.
La intervención del asesor de Seguridad Nacional es consistente con la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, quien, en entrevista con el Atlantic Council, destacó la prioridad de la región latinoamericana para los Estados Unidos, por sus ricos recursos naturales, en particular el litio. “El 60% del litio del mundo se encuentra en el triángulo Argentina, Bolivia y Chile” (Viral, 23 de enero de 2023).
Fue categórica al señalar que “América Latina es importante, porque está llena de recursos y me preocupa la actividad maligna de nuestros adversarios que se aprovechan de ella” (en el medio Then 24, reproducido por Bio Bio.cl, 14 de marzo de 2023).
Así las cosas, la “Inflation Reduction Act” (IRA), a diferencia de lo que piensa el embajador de Chile en EE.UU., Juan Gabriel Valdés, no constituye un estímulo al comercio y tampoco es funcional al TLC suscrito entre Estados Unidos y Chile (DF, 25 de abril de 2023).
En efecto, los créditos fiscales a las fábricas de microchips y las ayudas directas a los compradores de autos eléctricos, contenidos en la IRA, atentan contra las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y reflejan un proteccionismo industrial, que suponen una amenaza para todas aquellas empresas de origen no estadounidenses. Representa, entonces, una renuncia a las normas de competencia que rigen el libre mercado, las que, por cierto, vulneran los compromisos contenidos en el TLC de Chile con EE.UU.
La IRA y el neoproteccionismo declarado por Biden no significan, como cree el embajador Valdés, “una especie de visa waiver” para el TLC Chile-EE.UU. Por el contrario, ese camino fácil para las visas se encuentra muy lejano del comercio protegido, que inaugura el actual gobierno de los EE.UU. Así, la vulneración al mercado libre y transparente obligará a nuestro país a renegociar los términos contenidos en el TLC o nuestro país tendrá que atenerse a una inaceptable asimetría.
El discurso de renuncia al libre comercio de Sullivan, y la política del presidente Biden de reindustrializar la economía, constituyen una modificación radical de las reglas del juego que impuso Estados Unidos desde hace 30 años y que multiplicó los TLC en todo el mundo. Ahora, Biden está siguiendo la estrategia del expresidente Trump: no más globalización; no más libre comercio, fundamento de la consigna “Make America Great Again”.
Finalmente, en el caso particular del litio chileno, que provoca interés en variados actores internacionales, las empresas norteamericanas no tendrán ningún privilegio: deberán subordinarse al interés de Chile que buscará aquellos socios -ya sea de Occidente u Oriente- que ofrezcan las mejores condiciones de transferencia de tecnología, agregación de valor y ganancias exportadoras.
Por Roberto Pizarro Hofer – Colaborador de El Maipo
Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.