El presidente de la CPC, Ricardo Mewes, culpa a la política, al Estado, y en particular al gobierno de Boric, por la baja tasa de crecimiento del país e insta al presidente a colocar prioridad en una reforma política como solución para recuperar la actividad empresarial. Curiosamente, coincide con el mismo interés de los partidos de derecha que prefieren esa reforma antes que la reforma a la previsión y a la salud.
Mewes no ve responsabilidades compartidas. No encuentra responsabilidad empresarial en la caída de la actividad económica. Acusa al sector público de inmovilismo.
Es efectivo que la economía ha reducido su actividad, pero no sólo durante el actual gobierno, sino se trata de un deterioro secular que se arrastra desde hace varios años. En efecto, después del exitoso dinamismo de los primeros años de la transición la tasa de crecimiento económica ha caído vertiginosamente: desde una media anual del 7,4 % en 1990-1998 se reduce a 4,4% en 1999-2007, 2,2% en 2014-2018 y 1,8% en el 2019-2023.
El mismo Ricardo Mewes menciona en su discurso en la ENADE que la economía ha tenido un bajo crecimiento desde 1914 a la fecha. No despliega muchos argumentos para encontrar culpas en el pasado, excepto la reforma tributaria de Bachelet y, por cierto, el estallido social.
Concentra, entonces, sus fuegos en Boric. No le gustan las reformas de pensiones y tributaria, a las que acusa de fundacionales ni tampoco las leyes laborales, que califica de restrictivas (parece se refiere a la disminución de la jornada laboral a 40 horas) y, por cierto, destaca el aumento de la delincuencia.
El presidente de la CPC agrega un asunto que tiene que ver directamente con el ámbito político y que a él no le compete: el sistema electoral, aprobado en el 2015, que amplió el número de partidos en el Parlamento y que, según Mewes “impide acuerdos proinversión y crecimiento”. Por mi parte, no veo su relevancia.
Al echar siempre la culpa al empedrado Mewes olvida varias cosas,
• La exitosa gestión macroeconómica del gobierno, que ha permitido reducir la inflación y recuperar la actividad económica;
• El despliegue de iniciativas públicas, que han convocado al mundo empresarial, nacional e internacional, para potenciar la producción de cobre, litio e hidrógeno verde;
• Los esfuerzos en materia de reducción de la delincuencia
Por cierto, el sector público debe mejorar su eficiencia, terminar con trabas burocráticas y hacer mayores esfuerzos en la reducción de la delincuencia, para favorecer un mejor ambiente inversionista.
Pero, Mewes no debe olvidar la responsabilidad empresarial en la caída de la actividad económica, que él mismo reconoce no ser coyuntural y que no acontece sólo durante el actual gobierno.
En consecuencia, la ciudadanía y el gobierno habrían esperado de la ENADE conocer opiniones del empresariado para hacer más competitivas sus empresas, a la luz de lo que sucedió con CAP-Huachipato. Porque la competencia internacional es dura y exige incorporar nuevas tecnologías y procesos de gestión, sin tener que recurrir de forma reiterada a la Comisión Antidistorsiones.
Entonces, habría sido interesante conocer una propuesta moderna sobre inversión en investigación y desarrollo (I+D), la que es extremadamente baja en las empresas chilenas y, por cierto, alguna propuesta para mejorar la productividad del capital, estancada desde hace 20 años.
Como también habría sido motivador un llamamiento de Mewes al empresariado para terminar con el financiamiento de campañas políticas a parlamentarios y el soborno de funcionarios públicos para conseguir leyes a su favor.
ENADE tuvo la oportunidad de hacer un real aporte a la ciudadanía y a la moral pública llamando al mundo empresarial a terminar con la concertación de precios que llevan a cabo varias conocidas empresas, afectando a los consumidores más pobres.
En fin, Mewes y otros destacados empresarios pudieron aprovechar la ENADE para insistir en la responsabilidad social empresarial, antes que en concentrar sus criticas en el sector público y, en particular, en el gobierno de Boric.
Un discurso con esos componentes no sólo activaría la economía sino facilitaría el caminar del empresariado, junto al gobierno, para lograr metas ambiciosas, como lo señaló el presidente.
Cuando se trata de inmovilismo, entonces, no hay que tirar la primera piedra.
Por Roberto Pizarro Hofer – Economista. Colaborador de El Maipo
Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.