Para que un vino sea ecológico (sinónimo de orgánico), el viñedo del que procede debe tener la certificación ecológica que, básicamente, restringe el uso de tratamientos de síntesis química (herbicidas o fungicidas) para combatir las plagas; únicamente se pueden utilizar el azufre de toda la vida y el sulfato de cobre; además, los abonos deben ser orgánicos.
En el etiquetado, los vinos ecológicos españoles son fácilmente reconocibles gracias al sello de certificación agraria ecológica, cuyo logotipo es un sol sobre un cielo azul, una tierra marrón y unas líneas verdes en diagonal. Si se trata de vino europeo, también lleva una hoja sobre un fondo verde cuyo perfil está dibujado con estrellas blancas.
Los vinos ecológicos en cata tienden a ser algo más expresivos. Parece lógico pensar que de una tierra y una fruta trabajada con mayor respeto a lo natural deben surgir vinos más honestos y saludables.
Impulsado por los consumidores más jóvenes, que priorizan la sostenibilidad y la calidad en sus elecciones de compra. Según un informe reciente de InsightAce Analytic, el mercado internacional de vino orgánico, valorado en 9.840 millones de dólares en 2021, alcanzará los 25.070 millones de dólares para finales de la década, con un crecimiento anual compuesto del 11,3%.
La venta de vinos ecológicos crecen a pesar de la crisis
Este crecimiento se produce en un momento complicado para la industria del vino, marcada por una disminución estructural en el consumo general de vino, especialmente en mercados tradicionales como Europa. Sin embargo, los vinos ecológicos logran captar la atención de los consumidores debido a su asociación con valores como la sostenibilidad y la salud, un cambio liderado principalmente por los Millennials.
Según datos de la consultora IWSR, esta generación representa la principal fuerza detrás del aumento en la demanda de vinos ecológicos, motivada por un enfoque de consumo basado en «menos, pero mejor».
Los Millennials son ‘devotos’ de los vinos ecológicos
Los millennials, especialmente en mercados como Estados Unidos, Reino Unido y Australia, perciben los vinos ecológicos como productos de mayor calidad en comparación con los vinos convencionales.
En Estados Unidos, uno de cada tres consumidores de vino pertenecientes a esta generación asocia los vinos ecológicos con un producto premium. Este fenómeno no solo se limita a América del Norte. En Europa, donde los consumidores están más familiarizados con los conceptos de producción sostenible, países como Alemania, Francia e Italia lideran el consumo de vinos ecológicos.
El clima favorable y la conciencia sobre el impacto medioambiental son factores clave en estas regiones.
Alemania y Suecia se posicionan como los mercados europeos más maduros en cuanto a consumo de vinos ecológicos. Sin embargo, la consultora InsightAce señala que el crecimiento también está llegando con fuerza a otras regiones, como Asia Pacífico, América Latina y Oriente Medio, donde el aumento de la disponibilidad de productos ecológicos está comenzando a captar la atención de los consumidores.
A medida que el mercado evoluciona, también lo hace el modo en que se presenta el producto. Las innovaciones en el packaging juegan un papel importante en el crecimiento de los vinos ecológicos.
¿Y el futuro?
Pese a las buenas perspectivas, el sector del vino ecológico todavía tiene que sortear obstáculos. Entre ellos, los altos costes de producción y la falta de conocimiento del consumidor en algunos mercados dificultan una adopción más amplia.
Además, en Estados Unidos, los datos de la IWSR indican que la preocupación por la sostenibilidad ha disminuido en el último año, influida por la situación económica.
Sin embargo, el vino ecológico sigue siendo una apuesta sólida para el futuro, gracias a su capacidad para combinar calidad con sostenibilidad. Esta combinación, según los analistas, será clave para fidelizar a los consumidores a largo plazo y mantener el crecimiento de un segmento que, a diferencia del mercado convencional, sigue mostrando signos de expansión constante.
El Maipo/Ecoticias