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Jueves, Noviembre 21, 2024

Del gobierno de AMLO al triunfo de Claudia Sheinbaum en México: ¿un caso de populismo? Por Eugenio Rivera Urrutia

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¿Qué cabe esperar del gobierno de Claudia Sheinbaum? Su primera decisión es de continuidad: mantener al ministro de Hacienda. Su trabajo como científica, centrado en el medioambiente, hace esperable una mayor prioridad de una política consistente con la transición energética global.

El triunfo de Claudia Sheinbaum en la elección presidencial de México, con casi 60% de los votos, superando a su más cercana adversaria por 30 punto porcentuales, es significativo. Permite el acceso de la primera mujer a la Presidencia de la República en un país con las características históricas de México y representa un triunfo para Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO.

Luego del estallido, los procesos constituyentes, las transformaciones globales y el gobierno del Presidente Gabriel Boric, la izquierda chilena busca reformular su proyecto político y en este contexto la experiencia del gobierno de AMLO plantea una serie de interrogantes. Su autodefinición como gobierno de izquierda genera dudas por su estilo y por iniciativas que ponen en cuestión la separación de poderes, la independencia del Poder Judicial y del Instituto Nacional Electoral.

También genera preguntas el hecho de que, existiendo una carga tributaria tan reducida y niveles muy bajos de gasto social, haya descartado desde un inicio una reforma tributaria aduciendo que, terminando con la corrupción, habrá suficientes recursos para mejorar la situación de los mexicanos.

Es igualmente llamativa la baja prioridad asignada a la triple crisis medioambiental: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación. Se echan de menos, también, las definiciones feministas y preocupan las disonancias entre un discurso populista que apela directamente a la población y las tensiones del gobierno con los movimientos sociales. En estas circunstancias, la alta popularidad que lo ha favorecido a lo largo de su período de gobierno y la resolución positiva del problema de la sucesión terminan por configurar un verdadero acertijo.

López Obrador ganó la elección presidencial del 2018 por la frustración de la población frente a los gobiernos que lo precedieron, en particular por la corrupción y la fallida estrategia punitiva de militarización para combatir el crimen organizado. La participación de las Fuerzas Armadas en el combate contra el crimen organizado había derivado en serias violaciones a los derechos humanos. El salario mínimo estaba estancado desde la primera década del 2000.

Quizás es aplicable a la elección de AMLO en 2018 lo que afirmó Michael Sandel respecto de la victoria de Trump y el Brexit: «Un veredicto airado sobre décadas de creciente desigualdad y una versión de la globalización que beneficia a los de arriba, pero deja a los ciudadanos de a pie con la sensación de estar desempoderados».

En este contexto, AMLO, en su libro 2018 La salida, sostenía que “la corrupción es el principal problema de México” y en consecuencia la crisis de su país no podrá enfrentarse sin cortar de tajo con la corrupción y la impunidad. A su juicio, ahora la corrupción se ha convertido “en la principal función del poder político”. Esto generó una “monstruosa desigualdad económica y social”. Es llamativo que AMLO no releve el rol del neoliberalismo en la alta desigualdad que caracteriza a México. Tampoco resulta razonable que no ubique al narcotráfico y al crimen organizado y la precariedad del Estado de Derecho como obstáculos fundamentales para el ejercicio de la libertad ciudadana y el progreso económico.

En este contexto, AMLO califica de falso que la disponibilidad de recursos fiscales represente un obstáculo para promover el desarrollo. Es así como, en lugar de una propuesta de nuevo modelo de desarrollo, de reformas profundas del capitalismo, considere que la “honestidad”, ignorando además sus causas estructurales y culturales, sea la tabla de salvación de México. Sobre este diagnóstico se propuso aplicar un política de austeridad que incluía la reducción a la mitad de los salarios de los altos funcionarios públicos, la venta de algunos bienes públicos como el avión presidencial, descartando, desde un inicio, promover una reforma tributaria, pese a que los ingresos tributarios alcanzaban en el 2021 apenas 17,3% del PIB, el porcentaje más bajo de la OCDE y cuatro puntos porcentuales por debajo de Chile.

Esta política forma parte de lo que AMLO llama la “austeridad republicana”, concebida como alternativa al modelo neoliberal que había imperado en México desde 1983. Según AMLO, la “austeridad republicana” pondría el poder político al servicio de los mexicanos corrientes, con los pobres como primera prioridad, resultaría en un gobierno frugal, competente y honesto, que trabajaría para crear una economía más justa e incluyente.

Como se señaló más arriba, el gobierno de AMLO no introdujo modificaciones a la ortodoxia macroeconómica que ha dominado en las últimas décadas en México. El déficit fiscal tanto en la administración de Peña Nieto como en la de AMLO se mantuvo, en promedio, ligeramente por encima del -2%. El PIB cayó -0,2% y -8,3% en los años 2019 y 2020, respectivamente. La última cifra asociada naturalmente al impacto de la pandemia.

En el período pospandemia se observan cifras sustancialmente mejores: 5,8% en el 2021, 3,9% en el 2022 y 3,6% en el 2023. La inflación se mantuvo baja a lo largo de su mandato. La tasa de desocupación ha sido históricamente baja, en torno a 3,4%. Incluso en el año de la pandemia se estabilizó un 5%. Todo lo cual puede relativizarse si se considera que la tasa de informalidad laboral fue, en el mismo mes indicado, de 55,4%. El aumento en un 120% real del salario en el sexenio fue de central importancia.

En relación con el crecimiento económico, tres fueron las principales orientaciones. La primera, la “austeridad republicana” que ya se describió. La segunda fue la detención de las privatizaciones, en particular lo relativo al petróleo y la electricidad, poniendo especial énfasis en proteger a PEMEX, lo que se traducía en que mantuviera su participación rectora en el mercado de combustibles y destinar recursos a modernizar 6 refinerías. En electricidad se aprobó una reforma para fortalecer la Comisión Federal de Electricidad y modernizar las plantas hidroeléctricas. En este campo, llama la atención la baja prioridad otorgada a los proyectos de energía renovables. Tercero, el impulso de proyectos “estrellas” de la Administración. El aeropuerto internacional de Felipe Ángeles, inaugurado en marzo del 2022, que dos años después de inaugurado muestra un tráfico total de 3,8 millones de pasajeros.

Ello contrasta con el tráfico del aeropuerto internacional de la ciudad de México, que solo en enero del 2024 alcanzó un tráfico de 3,8 millones. La otra obra estrella es el tren Maya, que atraviesa los Estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, que tendrá una longitud de 1554 km, justificado con el argumento de que fortalecerá el ordenamiento territorial y potenciará la industria turística. El proyecto ha sido objeto de críticas por activistas medioambientales pues hasta ahora implicó la eliminación de 8,7 millones de árboles y debe pasar por un delicado sistema de cuevas y cenotes, pero también por la selva protegida de Calakmul.

El rechazo radical de AMLO a impulsar una reforma tributaria llama no solo la atención por la baja carga tributaria que presenta el país, sino que también por los bajos niveles que presenta el gasto social total y sus principales componentes. Mientras en los años 2021 y 2022 el gasto social en Chile y Brasil alcanzó un 17,9% y un 16,4% del PIB, respectivamente, en México fue de solo 10,2%, según la Cepal.

Lo desarrollado en torno a la política económica, las iniciativas “estrellas”, la política energética, no ayudan mucho a explicar la alta popularidad de AMLO. La guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, pese al fuerte aumento del presupuesto, no aparece como particularmente exitosa. Los crímenes contra las mujeres han aumentado sustantivamente en los últimos 3 años y se estima en 155 mil la cantidad de asesinatos en sus primeros 4 años y medio. ¿Cómo se explica, en consecuencia, la alta popularidad de AMLO y el aplastante triunfo de Claudia Sheinbaum?

En un interesante artículo basado en entrevistas a numerosos especialistas, la BBC entrega 4 razones que explican la gran popularidad de AMLO: 1) fuerte aumento del salario mínimo; 2) la estrategia comunicacional, en particular las conferencias diarias en que hace anuncios y ataca a sus adversarios; 3) su larga trayectoria política; 4) la ausencia de una oposición capaz de hacerle un contrapeso y desarrollar un proyecto político alternativo.

Desde Chile y en un breve artículo, es imposible llegar a conclusiones definitivas. Nos limitamos a sugerir hipótesis que adelantan algunos estudiosos. Según Beck, la noción de populista sigue siendo útil para dar sentido a AMLO como un fenómeno de la política mexicana y latinoamericana. Cumple con los elementos de su definición minimalista: practica un tipo de política basada en la creación discursiva de un «pueblo» homogéneo y unificado como principal agente de la acción y legitimación políticas. Más aún, un aspecto medular de su discurso es la identificación de la voluntad de este pueblo homogéneo con su propio liderazgo político personal.

AMLO, además, induce a la movilización utilizando una retórica disruptiva de «ellos» contra «nosotros», del pueblo «falso» contra el «verdadero». López Obrador se presenta como el líder que goza de un acceso privilegiado a los auténticos sentimientos populares, y que puede, por lo tanto, actuar como una especie de médium de la voluntad popular.

¿Qué cabe esperar del gobierno de Claudia Sheinbaum? Su primera decisión es de continuidad: mantener al ministro de Hacienda. Su trabajo como científica, centrado en el medioambiente, hace esperable una mayor prioridad de una política consistente con la transición energética global. En relación con el movimiento feminista, una publicación de ese movimiento habla que eso será una piedra en su zapato. Los problemas geopolíticos que enfrenta la economía global, así como los problemas de seguridad de los suministros y la continuidad de las cadenas logísticas han generado un traslado de inversiones extranjeras desde China a México, lo que abre posibilidades de un mejor aprovechamiento de la colaboración con firmas extranjeras mediante un rol más activo del Estado, para que México incursione en los eslabones más dinámicos y rentables de las cadenas de valor globales.

Esto no es solo importante para la economía mexicana y un mejoramiento de las condiciones laborales, sino que también para que la nueva presidenta consolide su capital político, pues ya no podrá sustentarse en las “mañaneras” de AMLO sostenidas sobre la base de un estilo personal y una larga trayectoria política. Se prevé un conflicto fuerte con la autoridad saliente. AMLO pretende aprovechar la amplia mayoría lograda en la última elección para hacer aprobar en septiembre, su último mes de gobierno, las reformas constitucionales del sistema electoral y judicial. A lo largo de su gobierno AMLO ha mantenido una disputa con el Instituto Nacional Electoral, institución central de la transición de la dictadura del PRI al sistema democrático, tratándolo como enemigo de la democracia. A esto se agrega una cierta incomodidad fundamental con la democracia representativa.

Aprovechar la supermayoría parlamentaria obtenida por Morena para imponer dichos cambios, sin contar con un apoyo transversal, puede afectar gravemente la democracia y limitar las posibilidades económicas que la actual situación global abre para México.  Implicaría además un cierto desmedro para la figura de la nueva presidenta, cuyo éxito depende de que afirme su propio liderazgo, como Lázaro Cárdenas lo hizo frente a su predecesor Plutarco Elías Calles.

(Columna publicada por el Diario El Mostrado el 14 de junio de 2024)

Por Eugenio Rivera U. Economista, Director Ejecutivo Casa Común y colaborador de elmaipo.cl

Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.

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