Por Rubén Andino
Las relaciones comerciales entre Estados Unidos (EEUU) y Chile están reguladas principalmente por el Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito en 2004; pero en las últimas semanas estos lazos se han tensionado por la decisión del gobierno de Donald Trump de imponer un alza unilateral de 10% en aranceles a productos chilenos que ingresan al mercado norteamericano.
Es un secreto a voces que este aumento impositivo está vinculado a una estrategia negociadora global de EEUU para frenar la influencia económica creciente de China, su principal competidor en Latinoamérica y el mundo.
Según cifras entregadas por la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales de Chile (SUBREI) Estados Unidos es el segundo socio comercial del país, con un 14.7%. En este contexto el intercambio entre ambas naciones en 2024 fue de US$ 31.636 millones, con un saldo positivo para Chile de US$ 696 millones.
El presidente Salvador Allende definió al cobre como la “viga maestra” de la economía chilena, y todavía lo es. Según cifras del Banco Central, los principales destinatarios de la producción de cobre del primer productor mundial del metal rojo, en el tercer trimestre de 2024, fueron: China (51,3%), Estados Unidos (11,3%), y Japón (11,1%).
Chile exporta a EEUU básicamente productos primarios o semielaborados: cobre, frutas (35% de toda la producción anual), derivados de la madera, vinos, productos del mar. Según expertos, el aumento de aranceles a estos bienes, en especial frutas y salmones, podría encarecer la comercialización en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad frente a productos similares provenientes de otros países. Por su parte, EEUU exporta hacia Chile productos industrializados de alto valor agregado, como: maquinarias, equipos electrónicos, artículos plásticos, combustibles, aeronaves, automóviles, alimentos procesados.
El gobierno chileno considera que el arancel de 10% que le intenta imponer EEUU contraviene los principios que rigen el TLC y afecta la continuidad de las relaciones comerciales bilaterales. En esa línea, explora la posibilidad de invocar mecanismos de resolución de disputas contemplados en el tratado y en paralelo ya realiza acciones diplomáticas para revertir o mitigar el impacto de estos gravámenes.
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alberto Van Klaveren, la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Claudia Sanhueza y el embajador de Chile en EEUU, Juan Gabriel Valdés, encabezan los esfuerzos del gobierno para revertir o minimizar los efectos del aumento de aranceles, mediante una estrategia que involucra también a diversos agentes del sector privado en Chile y EEUU con interés directo en el comercio bilateral.
El gobierno de Trump ha puesto como contraparte de Chile en esta negociación al Encargado de Comercio de EEUU (USTR), Jamieson Greer, quién es un conocido “halcón” en la implementación de la presión arancelaria norteamericana orientada a apuntalar su deprimida industria y el creciente déficit comercial de su país en los mercados mundiales.
Hasta dónde Chile resistirá las presiones del gobierno de Trump es todavía una incógnita.
Es claro que un país pequeño y altamente dependiente de EEUU en la esfera geopolítica, debe medir con precisión milimétrica cada paso que da en las relaciones con la principal potencia del Planeta; pero tampoco puede desvincularse de la cooperación Sur-Sur ni dar la espalda a las potencias emergentes agrupadas en los BRICS.
Para Chile sería muy difícil ceder ante cualquier presión que altere su larga y fructífera relación económica y comercial con China, su principal socio comercial y destino del 39% de sus exportaciones.
Los puertos chilenos miran hacia el Océano Pacífico y es en esa dirección dónde parece proyectarse el flujo de las relaciones económicas mundiales en el presente siglo.
En su reciente visita a la India, el presidente Boric estableció las bases de una política de mutua colaboración con la tercera economía del planeta, iniciando las conversaciones de Estado para concretar con ese país asiático un Acuerdo de Asociación Económica Integral. Como preludio, Boric y su colega Nadendra Modi concordaron convenios de intercambio en ciencia y tecnología, investigación Antártida, defensa, servicios aéreos, agricultura, energías renovables, educación, geología y recursos minerales.
“En un momento en que parte del mundo parece cerrarse en sí mismo, Chile elige otro camino: el de la apertura y la colaboración entre naciones y pueblos”, dijo el presidente chileno al volver a Santiago.
El Maipo
