La Universidad Academia de Humanismo Cristiano conmemora medio siglo de existencia reafirmando su propósito fundacional: formar profesionales que transforman el mundo desde lo humano. Nacida en 1975 como respuesta al autoritarismo, la institución enfrenta hoy un proceso de acreditación institucional que considera clave para garantizar su futuro.
Un origen marcado por la resistencia y defensa de la democracia
En noviembre de 1975, en plena dictadura militar, el Cardenal Raúl Silva Henríquez fundó la Academia de Humanismo Cristiano como un refugio para intelectuales, pensadores y creadores que habían sido marginados del sistema universitario tras el golpe de Estado de 1973.
Mientras la Vicaría de la Solidaridad defendía vidas ante los tribunales, la Academia se dedicó a custodiar la libertad de las palabras, convirtiéndose en un laboratorio de autonomía y discusión en un país amordazado. Allí se preservó el pensamiento crítico, se gestaron debates prohibidos y se formó a quienes serían protagonistas de la reconstrucción democrática.
En 1988, cuando la democracia aún no estaba consolidada, esta experiencia dio origen a la universidad que conocemos hoy.
Cincuenta años de democratización del conocimiento
A lo largo de estas cinco décadas, la institución se ha consolidado como una casa de estudios de referencia para la democratización y construcción de conocimiento que aporta a una sociedad pluralista. Sus facultades de Ciencias Sociales y Educación, Artes, y Salud y Buen Vivir encarnan el compromiso con la formación crítica e integral.
La universidad destaca su enfoque territorial, donde las aulas se abren a la experimentación y la creación. Los estudiantes aprenden a conocer problemas reales, a escuchar voces ignoradas y a enfrentar desafíos sociales desde el territorio, desarrollando una visión distintiva bajo un enfoque interdisciplinario, sensibilidad intercultural y capacidad creativa para la acción.
El desafío de la acreditación
En este contexto de celebración, la institución enfrenta un nuevo hito: su proceso de acreditación institucional. Así asume este desafío su rector Álvaro Ramis “con la misma convicción con la que nacimos hace 50 años“, considerándolo una reafirmación del compromiso con la calidad educativa, la transparencia y la mejora continua.
“Acreditarnos es el siguiente paso para seguir garantizando esa formación de excelencia que no es selectiva, bajo el sello imborrable de la Academia”, señalan desde la universidad, que sitúa a los estudiantes como el norte que guía cada decisión y acción institucional.
Alerta frente a nuevas formas de asedio
En su balance de medio siglo, la universidad advierte sobre nuevas amenazas a la educación superior. Mientras en su origen enfrentó la violencia explícita de la dictadura, hoy identifica formas más sutiles de asedio: recortes presupuestarios, cuestionamientos al financiamiento público y la subordinación del conocimiento a criterios de mercado.
La institución observa con preocupación ejemplos internacionales como el chantaje de la administración Trump a universidades estadounidenses, el asfixiamiento económico de la Universidad Complutense de Madrid, o el congelamiento del financiamiento universitario en Argentina bajo el gobierno de Milei.
En Chile, alertan sobre propuestas de la derecha radical para cuestionar el gasto en educación superior, atacar la gratuidad y proponer recortes presupuestarios. “El objetivo no es solo debilitar lo que la universidad hace, sino destruir lo que simboliza”, advierten.
Defensa de la autonomía y el pensamiento crítico
Frente a este escenario, la universidad reivindica su identidad como espacio inclusivo y diverso, donde cada integrante aporta su talento a la construcción de un proyecto educativo común. Valoran la pluralidad de voces y miradas, convencidos del poder transformador del diálogo entre culturas.
“La universidad no es solo un espacio de transmisión de conocimientos, sino una institución destinada a formar el juicio, cultivar la razón crítica y ampliar la humanidad compartida“, sostienen, recordando las visiones de pensadores como Kant, Newman, Nussbaum y Cortina.
La experiencia histórica de la Academia, enfatizan, demuestra que el pensamiento crítico no destruye sino que humaniza, que la libertad no se decreta sino que se cultiva, y que un país sin memoria intelectual está condenado a repetir su dolor, indica Ramis.
Un llamado en año electoral
En vísperas de elecciones, la institución a través de Álvaro Ramis, hace un llamado a defender un financiamiento público robusto y estable para la educación superior, garantizando condiciones dignas para quienes sostienen las universidades. Reconocen la necesidad de evolucionar y adaptarse a cambios demográficos y tecnológicos, pero insisten en que esa transformación debe asentarse sobre pilares inquebrantables: autonomía, libertad académica y compromiso social.
“A cincuenta años del nacimiento de la Academia de Humanismo Cristiano, el alma de Chile sigue en busca de refugio”, concluyen. “El acoso a las universidades no es un debate técnico: es una batalla por el futuro de la sociedad. La tarea de defender la razón crítica sigue siendo, hoy más que nunca, nuestra”.
El Maipo



