La situación de la Argentina de Milei va de mal en peor, y a pesar de los continuos viajes del titular de la Casa Rosada a Estados Unidos no hay ningún indicio serio y relevante de que la economía o la política vayan a estabilizarse a corto plazo, dando un respiro a una población agobiada por un severo ajuste fiscal donde los más castigados son los más débiles: los jubilados, las familias con hijos discapacitados o enfermos con tratamientos onerosos. Y, cómo no, la salud y la educación pública.
En su última visita a Nueva York, hace no más de una semana, Javier Milei consiguió tener una breve audiencia pública con Donald Trump, en la sede de la ONU, y allí el Presidente de EE.UU. le dio una carpeta en la que figuraba un posteo divulgado por él en la red social Truth, horas antes, donde lo llenaba de elogios. Decía en ese texto que su colega argentino es “un líder verdaderamente fantástico y poderoso” y que ha avanzado “en todos los niveles a una velocidad récord”.
Además, indicaba que éste había heredado un “desastre total, con una inflación horrible”, pero que “ha devuelto la estabilidad a la economía de Argentina y la ha elevado a un nuevo nivel de prominencia y respeto”. Milei, sonriente, le agradeció el gesto y volvió a la Argentina con el alivio adicional de la promesa formulada por el Secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, de que su país le daría un swap o crédito puente de US$ 20.000 millones y que la administración Trump haría lo que fuera necesario para ayudar al gobierno de Javier Milei.
En esa misma ocasión, Trump demostró que no lee los informes que a diario le prepara la CIA para mantenerlo al tanto sobre el devenir mundial o que, si lo hace, en verdad, no les presta mucha atención, pues agregó, de su propia cosecha, lo siguiente: “Javier Milei es un muy buen amigo, luchador y ganador, y tiene mi completo y total respaldo para la reelección como presidente. ¡Nunca los defraudará!”.
Que se sepa, la reelección de Milei, en caso de que decida repostularse, está muy lejana en el tiempo, pues su mandato termina recién el 10 de diciembre de 2027. Y el compromiso electoral que sí debe enfrentar en breve son las elecciones de mitad de mandato, que están previstas para el 26 de octubre. Fecha en la que deben renovarse 127 de las 257 bancas de la Cámara de Diputados para el período legislativo 2025-2029, junto con 24 de los 72 escaños que componen el Senado de la Nación.
Y que constituirá, sin duda, una prueba de fuego para un gobierno que si bien se las ha arreglado hasta ahora para gobernar en base a Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), que han paliado en parte la fragilidad clara que le impone el hecho de no contar con mayoría legislativa en el Parlamento, no puede exponerse, por razones políticas evidentes, a un nuevo revés en las urnas como el sufrido el 7 de septiembre pasado al perder, por paliza, las elecciones en la provincia de Buenos Aires.
En esos comicios, Fuerza Patria, la coalición peronista liderada por el gobernador Axel Kicillof, se impuso en seis de las ocho secciones que componen el “bolsón electoral” más relevante de Argentina (casi 4,5 millones de votos), con un 47,28% de los sufragios, frente a un 33,71 de La Libertad Avanza, la sigla mileísta; un 5,25 de la coalición centrista Somos Buenos Aires y un 4,37, obtenido por el Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT).
Adicción al crédito externo
Lo cierto es que, más allá de gestos de apoyos y sonrisas frente a las cámaras, la coyuntura sigue siendo crítica para Milei. No ayudó, por cierto, a su imagen pública el levantamiento de las retenciones al campo por escasas horas y que al final sólo terminó favoreciendo a las grandes exportadoras de granos (doce consorcios, incluida la china Cofco, junto a otros como Cargill, Bunge, Molinas y Viterra) y perjudicó al Fisco argentino en alrededor de 1.500 millones de dólares.
Tampoco contribuyó mucho al esfuerzo por levantar su alicaída imagen pública el hecho de haberse trasladado en estos días a la ciudad de Ushuaia, en Tierra del Fuego, para hacer un acto de campaña político que tuvo que ser finalmente suspendido ante una baja adhesión ciudadana y furiosas contramanifestaciones.
Milei intentó hacer una caminata, pero apenas 70 personas asistieron a ella, mientras se autoconvocaban trabajadores textiles, metalúrgicos, estatales y docentes para hacerle sentir de manera patente su descontento. Hubo enfrentamientos verbales y físicos. “¡Tres por ciento!”, le enrostraron a Milei, en alusión a las coimas presuntamente cobradas por su hermana, Karina, en la venta de medicamentos con sobreprecio. Y ante ello, no tuvo más remedio que hablar dos minutos a través de un megáfono y volver al hotel en el que estaba hospedado.
El medio argentino La Política Online (LPO) calculó que cada manifestante a favor de Milei le costó a los contribuyentes alrededor de 4.000 dólares, considerando que la gira demandó, sólo en gastos de transporte aéreo la friolera de US$ 300.000.
Pero, más allá de anécdotas puntuales, el tema de fondo sigue siendo que la anhelada estabilización económica tarda en llegar mucho más de lo previsto, pues, aunque se ha conseguido un estancamiento relativo de la inflación (1,9% en agosto), no llegan las inversiones que se pretendía atraer a través del Régimen de Incentivo a la Inversión y Generación de Exportaciones (RIGI). Un esquema de desregulación que, a través de diversos incentivos fiscales y financieros, busca promover las inversiones extranjeras en sectores estratégicos de la economía, dándoles, de paso, generosos beneficios tributarios.
De hecho, casi toda la inversión nueva que ha arribado del exterior (y que no es de gran peso o al menos no es la lluvia de dólares y euros que se pronosticaba) estaba planificada desde antes de que se estableciera el RIGI, como anzuelo para captar capitales de alto volumen.
Y mientras tanto, el mercado de capitales en Argentina sigue en llamas y se continúan quemando reservas que se supone deberían solventar los pagos de la abultada deuda externa programados para este año. El dólar mayorista tocó este martes 30 de septiembre los $1.450 y solo retrocedió, informa la prensa local, cuando aparecieron, de manera inesperada, órdenes de venta por 450 millones, que según coinciden en la City no vinieron de la mano de los privados sino del Palacio de Hacienda. Así, surgió el rumor de que el Banco Central se vio obligado a desprenderse de parte de las compras de divisas acumuladas gracias a la liquidación anticipada del agro tras el oscuro pacto con las cerealeras.
¿Resultado? Un incremento exponencial de la desconfianza de parte de la elite financiera global con respecto a la capacidad del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo de manejar la crisis. Caputo es acusado de “timbero” (especulador) por su intento de ponerle “techo” al dólar al dejarlo fluctuar entre bandas de precios prefijadas.
La convicción de esos sectores es que Argentina debe dejar flotar el tipo de cambio sin intervención oficial y eso pone una presión extra sobre el Tesoro de EE.UU. y su anunciado plan de rescate “a un país, que según el mercado global se ha vuelto adicto a quemar dólares para sostener el valor del peso (Luciana Glezer, LPO, 30 09 2025)”.
Esta desconfianza del mundo de las altas finanzas expresa el temor a que el descontrol y el mal manejo económico de Milei termine por volatilizar en pocos días la ayuda prometida desde el Fondo de Estabilización del Tesoro de EE.UU. Y esto es lo que, por ejemplo, han advertido dos ex funcionarios del Tesoro estadounidense, Brad Setser y Stephen Paduano, quienes en una lapidaria columna en Financial Times, “Other people’s money, and the problem with Mileism”, le pegan duro a Caputo y a su numen inspirador, Javier Milei, quien se jacta de ser un gran economista.
“Milei atacó el déficit fiscal y la inflación, pero no mejoró la posición externa. Defiende un peso fuerte como ancla antiinflacionaria, lo que erosionó reservas y la balanza comercial. Terminó vendiendo reservas y pidiendo auxilio a EE.UU. Con reservas netas muy bajas (solo USD 7.000 millones líquidos utilizables), Argentina enfrenta vencimientos inmediatos (USD 4.500 millones en enero). Sin ajuste cambiario, el swap se agotará rápidamente. El ejemplo de México muestra que el rescate funcionó porque se permitió una fuerte devaluación antes del desembolso”, sostienen estos exfuncionarios estadounidenses, confirmando que en Wall Street y en Washington se miran, en general, los números, más que la retórica y los gestos publicitarios.
La alianza geopolítica, por encima de todo
Ahora bien, lo cierto es que, ante este panorama, más bien desalentador, Milei reacciona simplemente redoblando su apuesta y pensando que su “occidentalización dogmática” (el concepto es de Luciano Anzelini), y el alineamiento total y absoluto con Estados Unidos que esto supone, lo blinda y lo pone a cubierto de cualquier contingencia peligrosa.
De hecho, admitió en una entrevista dada hace poco a Antonio Laje, un periodista del canal A24 (Grupo América), que el reciente apoyo explícito de Trump a su gestión obedece a razones “geopolíticas” y, por lo tanto, no lo dejarán caer de ningún modo. Confiado en ello, acaba de anunciar, a cinco días de haber regresado de Nueva York, que el próximo 14 de octubre será recibido por enésima vez en la Casa Blanca por Trump, en un encuentro que la Cancillería argentina definió como “una nueva oportunidad para fortalecer la asociación estratégica entre ambos países”.
La contrapartida a este plegamiento incondicional de Milei ante los dictados de Washington, y que ya se ha registrado incluso en mediciones objetivas del comportamiento de la diplomacia argentina en la era Milei (ver, p. e., “Sin Influencia y sin poder” de A. Anzelini, elcohetealaluna.com, 28 09 2025, donde se revisan las votaciones en la ONU y el nivel de coincidencias entre EE.UU. y Argentina), es que nutre y le da sentido al discurso nacionalista de la oposición argentina que cataloga al Presidente de su país como un mero apéndice al servicio de la política exterior estadounidense.
Lo que, en términos electorales, suele dar grandes frutos. No es posible olvidar, por caso, el sagaz lema “Braden o Perón”, que le dio el triunfo a este último en la campaña presidencial de febrero de 1946, cuando la elección fue planteada como un dilema entre la soberanía nacional (encarnada en Perón) y la injerencia extranjera, propiciada por el embajador de EE.UU, Spruille Braden, gran articulador y sostenedor de la llamada Unión Democrática, que era el núcleo focal del antiperonismo.
Por otro lado, el apoyo irrestricto a Milei también le pasa factura al gobierno de Trump, que tiene que lidiar con las protestas de agricultores estadounidenses que se ven perjudicados por medidas que, a juicio de aquellos, favorecen, en última instancia, a los productores de soja argentinos (y con ellos, además, a su gobierno), en un contexto internacional sacudido por la “guerra comercial 2.0 de Trump”, donde muchas de las compras chinas de ese producto se han desviado en los últimos tiempos desde EE.UU. hacia Argentina.
Un ejemplo concreto de ello: mientras el secretario del Tesoro, Scott Bessent, estaba asistiendo a la asamblea de la ONU, una fotógrafa de una agencia internacional, lo captó recibiendo un mensaje en su celular, supuestamente escrito por un productor estadounidense, y que le fue retransmitido por la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins. El mensaje decía: “Ayer rescatamos a la Argentina y, a cambio, la Argentina eliminó los aranceles a las exportaciones de granos, lo que redujo su precio y vendió una gran cantidad de soja a China, en un momento en que normalmente estaríamos vendiéndole. Debido a esto, los precios de la soja siguen bajando. Esto le da a China más influencia sobre nosotros”.
Aparte de la indignación de las bases rurales del trumpismo del Medio Oeste americano, donde los precios de la soja están cayendo en picada, expresada en un texto de la American Soybean Association (ASA), donde se habla de frustración al ver cómo se le da un cheque de US$ 20.000 millones “en apoyo económico a Argentina mientras ese país elimina los impuestos a la exportación de soja para vender 20 cargamentos de soja argentina a China en apenas dos días”, ya comienzan a circular en Washington versiones de descontento procedentes incluso de esferas oficiales.
Se ha dicho, por ejemplo, que el secretario de Estado, Marcos Rubio, se ha opuesto terminantemente a un rescate y pedía a Trump mantener cierta distancia en relación a Milei. De otro lado, un artículo del influyente medio Politico, “Trump-pledged support for Argentina stirs anger among Republicans, 25 09 2025), puso el tema en blanco sobre negro, afirmando que “la estrella de Milei se ha opacado en algunos círculos de gobierno”.
Y añadía, citando a fuentes no identificadas: “Hay preocupación sobre la capacidad de Milei para sacar a su país del letargo económico (…) Milei está terminado políticamente, su hermana es corrupta, su ministro de Economía es un operador de insider trading, y han malgastado 15 mil millones de dólares en dinero del FMI y 15 mil millones en reservas del Banco Central para sostener una moneda basura, y ahora el Tesoro quiere que los contribuyentes estadounidenses refuercen su estupidez”. Para rematar, en tono lapidario: “Milei es un fraude. Entró, traicionó a todos los conservadores y libertarios que lo apoyaron… Todo es una pérdida”.
Así las cosas, parece difícil que la mera promesa de bases militares conjuntas en Ushuaia, asegurando una presencia más permanente de la IV Flota, que opera bajo el mando del U.S. Southern Command (SOUTHCOM), en aguas del Atlántico Sur, o la iniciativa de deshacerse del problemático swap con China o de la base de observación satelital de este último país en Neuquén, que siempre han incomodado, aunque en distinto grado, a Milei y al establishment estadounidense, consigan aquietar las aguas de una relación que empieza poco a poco a agrietarse.
Dado que, ante la letal combinación de mala administración económica, crisis política y descontento social en ascenso, y acusaciones de corrupción que permean al más alto nivel de la Casa Rosada, no hay gobierno en condiciones de sostenerse por mucho tiempo por más muestras de sumisión que haya dado ante un poder extranjero, incluso tan gravitante como es, hasta el momento, Estados Unidos.
Carlos Monge, Periodista, cientista político y Dr. en Relaciones Internacionales del Programa San Tiago Dantas (UNESP, UNICAMP, PUC-SP).
El Maipo/Le Monde Diplomatique
Referencias:
https:// www.lapoliticaonline.com/politica/milei-se-gasto-300-mil-dolares-en-tres-aviones-para-ir-a-ushuaia-y-tuvo-que-suspender-la-caminata-por-falta-de-gente/https://www.lapoliticaonline.com/ignacio-fidanza/ignacio-fidanza-horas-desesperadas/https://www.politico.com/news/2025/09/25/trump-argentina-milei-bessent-republicans-bailout-00581449