Existe una imagen del vino chileno difundida internacionalmente desde las principales corporaciones industriales que han estandarizado una suerte de homogenización del vino que generalmente instalan cierto gusto a la madera y alcohol, además de algunas prácticas más tecnologizadas distanciándose del oficio más tradicional modificando las formas del trabajo existentes en las labores campesinas que se hacen en la vid.
Frente a esta imagen y práctica de elaboración de los vinos, hay otras maneras que permanecen y que se transforman a favor de los desafíos que interpela una concientización a favor de la agroecología como criterio orientador. Múltiples son las variedades de proyectos que van categorizándose entre el vino natural, vinos de autor y/o de baja intervención que representan a nuestros valles. En estos vinos encontramos nuevas expresiones que reflejan cada uno sus visiones genuinas que expresan cepas patrimoniales, territorios y prácticas sanas que logran la calidad que exige el buen gusto.
La Asociación de Ingenieros Agrónomos y Enólogos de Chile (ANiAE) representada por la Directora Patricia Rodríguez generó la instancia de llevar a cabo una cata de vinos de baja intervención con la participación de Pino Román, Tinta Tinto, Brio Wine, Roberto Henríquez, Bodega Mariana. La cata fue guiada y organizada por Sebastián Fuentes y Sebastián Albornoz. Participando varios miembros de la ANIAE, principalmente de esta región en la que me tocó intervenir con una charla sobre la recuperación del relato de nuestros vinos campesinos para colaborar con una resignificación pertinente de la imagen del vino.
La actividad fue coronada con la activa participación de autoridades de la INACAP en su sede de Curicó estando presente el Vicerrector Marcelo Valdivia, Beatriz Román Directora Nacional del área de Turismo y Hospitalidad, Claudio Corvalán jefe de esta misma área en la sede anfitriona, Gabriel Leonart de la sede de Apoquindo y Héctor Troquian de la sede de Valdivia. Autoridades académicas que señalaron la necesidad de profundizar este tipo de encuentros que vinculan a estas instituciones con el ánimo de aportar a un crecimiento a favor de la cultura.
Desde el diagnóstico sobre la importancia de una resignificación de la imagen del vino chileno abierta a sus expresiones más genuinas se hacen necesarios este tipo de debates que buscan fortalecer lo cultural superando las imágenes más divulgadas que hoy circulan invisibilizando lo más particular de las.expresiones vigentes en los distintos valles de nuestro país. Conocer las cepas, los territorios, las prácticas, los productores y productoras, las historias y los múltiples relatos, sin duda son un patrimonio que enriquece el espesor cultural permitiendo un mejor consumo, llevándonos al conocimiento de ese trabajo que nutre al cuerpo y al espíritu, desde esa condición en que se reconoce un vino noble cuando permanece vivo capaz de revelar parte de ese misterio que somos.
Alex Ibarra Peña. Dr. En Estudios Americanos.
El Maipo/Le Monde Diplomatique



