Representantes de mujeres rurales de todo el territorio nacional, desde Arica y Parinacota hasta Magallanes, participaron del encuentro anual del Movimiento Unitario Campesino y Etnias de Chile (MUCECH) realizado en su sede de Santiago, donde evaluaron el trabajo organizacional del período y analizaron las políticas gubernamentales en materia de género para la agricultura familiar campesina y el desarrollo sostenible.
Fortalecimiento del rol de la mujer en el campo
Ana Sepúlveda, vicepresidenta del MUCECH y Encargada de Género de la organización, destacó la importancia creciente de fortalecer el movimiento campesino y sus organizaciones. “Cada día se hace más evidente la necesidad y la urgencia de poder fortalecer el movimiento campesino, donde la mujer cumple un papel fundamental al tener un rol activo en el campo, tanto en los procesos productivos silvoagropecuarios como en las relaciones sociales de los territorios rurales para la seguridad alimentaria“, señaló.
La dirigenta recordó que durante la dictadura militar, las mujeres debieron incorporarse masivamente como temporeras agrícolas, generando una participación productiva y social caracterizada por “largas e interminables jornadas de super-explotación”, condiciones precarias que aún persisten en algunos lugares.
Proceso histórico que dio origen a nuevas organizaciones surgidas desde las propias mujeres campesinas, muchas de las cuales perdieron acceso a la tierra tras la contra-reforma agraria llevada adelante por la dictadura militar.

Brechas pendientes y desafíos actuales
Para Margot Ríos Mamani, representante de la región de Arica y Parinacota, si bien reconoció que han existido mejoras en el mundo rural, aún persisten importantes desafíos para las mujeres, especialmente en el acceso equitativo a la tierra y al agua. “Se debe seguir avanzando en la organización para disminuir las brechas de las relaciones de poder y generar espacios más amigables que brinden más oportunidades“, indicó.
La dirigenta expresó, además, particular preocupación por los jóvenes rurales, quienes “son los que más han sufrido el desarraigo y la pérdida de sus raíces e identidades, de sus relaciones con su territorio, sus familias y sus comunidades“.
La especulación inmobiliaria amenaza la soberanía alimentaria de Chile
Uno de los principales consensos de la conversación con elmaipo.cl fue la denuncia sobre la falta de planes de ordenamiento territorial en comunas rurales, situación que las deja vulnerables ante la especulación inmobiliaria y financiera de tierras y aguas.
Carmen Morales, representante de la comuna Curacaví de la región metropolitana, ejemplificó esta problemática señalando que en su comuna “hay poca agua y hay mucha especulación inmobiliaria”. La escasez hídrica que han enfrentado durante años es especialmente crítica para quienes trabajan la tierra, ya que “sin agua no hay producción, sin agua no hay APR, sin agua no hay biodiversidad”.
Somos un territorio que alimenta al Gran Santiago, y por ende, esta debe ser una de las principales preocupaciones que debe tener el Estado, una prioridad para la salud de casi la mitad de la población del país.
Para las comunas rurales de la región metropolitana, indica la representante de Curacaví, “las políticas públicas giran en torno a los centros urbanos, dejado huérfanas las comunas rurales, ello debido, a que nos regimos por el Plan de Ordenamiento Territorial Regional, hecho que nos deja a merced de la especulación financiera, inmobiliaria y enfocado al negocio de quienes ni siquiera conocen el territorio , generando enormes pérdidas de excelentes suelos agrícolas y también del escaso recurso hídrico” agregando además “que esta situación, el cambio de uso de suelo es una pérdida enorme para Chile“, indicó Morales.
Las dirigentas alertaron que esta situación, la que antes se concentraba en el valle Central, ahora afecta a todo el territorio nacional, exponiendo al país a perder su soberanía y seguridad alimentaria por la pérdida de suelos cultivables.

Una producción diversificada desde norte a sur
El encuentro evidenció a su vez la rica diversidad productiva de las mujeres rurales chilenas. En la región de Magallanes, Teresa Mansilla Ojeda, heredera de una larga tradición familiar campesina desarrolla su actividad agrícola durante solo ocho meses al año -situación dada por el extremo clima de la patagonia- dedicándose al cultivo de hortalizas, crianza de aves, producción de huevos y especialmente al cultivo de ruibarbo, planta originaria de Asia que se ha convertido en un sello magallánico para la elaboración de mermeladas y otros productos.
En el extremo norte, la región de Arica y Parinacota enfrenta desafíos particulares con la producción frutícola.
La dirigenta Margot Ríos destacó que los cultivos de guayabas y mangos del Valle de Azapa se encuentran amenazados por la mosca de la fruta, plaga que ha generado enormes pérdidas económicas a las familias productoras, agravadas por la insuficiente respuesta de los seguros agrícolas.
Reconocimiento a políticas gubernamentales

Las lideresas reconocieron los esfuerzos del actual gobierno por frenar la subdivisión y parcelación de suelos agrícolas, aunque enfatizaron la necesidad de impulsar con mayor fuerza estas medidas tanto en el parlamento como en el ejecutivo, y para ello se debe trabajar mancomunadamente y de manera articulada con todas las organizaciones campesinas y rurales del país.
El encuentro reafirmó la importancia estratégica de la agricultura familiar campesina liderada por mujeres rurales, quienes no solo mantienen la producción alimentaria local sino que preservan tradiciones, conocimientos ancestrales y contribuyen significativamente a la soberanía alimentaria nacional.
A este importante encuentro se hizo presente la subsecretaria del Ministerio de la Mujer e Igualdad de Género, Claudia Donaire, quién hizo un reconocimiento de la labor de la mujer rural y las instó a continuar fortaleciendo las organizaciones campesinas, de la mujer rural y la participación del desarrollo de la agricultura, fuente de alimento de la familia chilena.
El Maipo