Por Jorge C.A.
Cada 01 de febrero se conmemora, gracias al impulso de asociaciones amigas de los galgos, el día mundial del galgo, que pretende sensibilizar sobre los maltratos que sufren estos animales, así como concienciar sobre la importancia de darles una segunda oportunidad a través de la adopción.
El galgo es una raza de perro comúnmente empleada para la caza en países como España, en los que también es frecuente encontrar casos de malos tratos debido al entrenamiento que se les exige, así como situaciones en las que son sacrificados cuando dejan de resultar útiles para la caza. Es por ello que se hace necesario visibilizar estas situaciones cuando ocurren, y una importante razón por la que se creó este día.
El Día Mundial del Galgo 2025 es una efeméride que se celebra cada 1 de febrero, coincidiendo con el fin de la temporada de caza con perros, una actividad que, a día de hoy, solo España tiene el dudoso honor de ser el único país de Europa que la practica.
No solo hablamos de galgos
Se habla del Día Mundial del Galgo 2025 porque esta es la raza más emblemática de las que se emplean para capturar diferentes tipos de presas, generalmente conejos y aves. Pero en realidad en España hay muchos más perros que son usados para actividades cinegéticas.
El Día Mundial del Galgo se creó para concienciar de lo innecesario que es emplear perros para capturar presas. Por lo que sus objetivos también incluyen a todas las razas de perros autóctonos que se usan para cazar en España:
Galgo Español
Presa Canario
Podenco Ibicenco (Ca Eivissenc)
Ratonero Valenciano (Gos Rater Valencià)
Alano Español
Podenco Andaluz
Podenco Andaluz Maneto
Sabueso Español
Podenco Canario
Ratonero Bodeguero Andaluz
Pachón Navarro
Estos perros son criados para divertimento de unos pocos, que se llaman a sí mismos cazadores. Y que en realidad poco y nada hacen. Excepto maltratar durante toda su vida a estos pobres animales. Esta ‘tradición’ es una aberración que ha causado infinito dolor en generaciones y generaciones de canes.
Una vida de dolor
Desde que nacen, estos perros son seleccionados según el criterio de los cazadores. Los que presentan alguna deformidad o no cumplen con las expectativas son rápidamente desechados (generalmente por la ‘vieja práctica’ del ahogamiento).
Los cachorros que ‘pasan la prueba’ son sometidos a durísimos entrenamientos con el fin de que se acostumbren a correr, para capturar a las presas. Ello incluye atarlos a la trasera de los vehículos y obligarlos a seguir al ritmo predeterminado por el conductor.
Si no pueden, muchas veces, llegan al fin del ‘entrenamiento’ con graves heridas y hasta muertos tras ser arrastrados por kilómetros. Estas prácticas se han prohibido en ciertos municipios, pero están permitidas en otros.
Solo unos pocos animales pasan las durísimas pruebas que implica el entrenamiento, que también incluye privarles de alimentos y castigarles para ‘domesticarlos’ y disponerlos a la obediencia. Estos ‘afortunados’ pasarán a formar parte de una rehala (cuadrilla de perros de caza).
Allí servirán a los designios de sus dueños durante 4 años, malviviendo en lugares donde se los hacina, siendo transportados como si fueran objetos y acostumbrados a que el maltrato animal sea una constante en sus vidas. Si durante ese periodo no demuestran ser dignos de la ‘confianza y aprecio’ de sus amos, pueden ser desechados antes del Día Mundial del Galgo.
¿Por qué el 1 de febrero?
Se eligió este como el Día Mundial del Galgo 2024, porque en España a partir de esa fecha culmina la temporada oficial de caza con rehalas. Por lo tanto, los cazadores se deshacen de los animales viejos (con más de 4 años) y de los inútiles (según sus terribles criterios).
Solo se salvan de estas ‘purgas’ las mejores hembras. Es decir, las que hayan destacado como excelentes cazadoras. Una vez retiradas del servicio activo, se las obliga a parir camada tras camada (2 por año como mínimo), para producir más especímenes, que alimenten esta ‘máquina de dolor y muerte’ que es la caza con perros.
¿Qué ha cambiado?
Hasta hace apenas unos años, los galgos y demás razas de perros que acababan su ‘vida útil’ eran ahorcados en de las ramas de sendos árboles. La creencia era que, si el animal había tenido un buen desempeño, muriera con rapidez.
Pero a los que no lo habían hecho bien, se los colgaba de forma que pudieran apoyar la punta de la pata. Lo que además de prolongar su muerte, les provocaba fortísimos dolores. Esto se hacía como ‘escarmiento’ para el resto de los perros.
Afortunadamente, ya son muy pocos los que recurren a estas terribles prácticas. Ahora simplemente se limitan a hacerles un tajo, quitarles el chip y abandonarlos a su suerte. Si no fueron buenos cazadores, se los deja en las carreteras, para que sean atropellados.
Algunos ‘galgueros’ y cazadores, luego de años de diálogo, han llegado a acuerdos con ciertas asociaciones y protectoras y cuando acaba el periodo de caza, ‘ceden’ a los perros para que tengan la oportunidad de ser animales de compañía.
El problema es que muchos de ellos llegan tan aterrorizados, que necesitan años para volver a confiar en un ser humano. Por lo que en estos días las perreras y refugios se llenan de perros de caza que sus amos ya no quieren y se ven cientos de ellos deambulando por todo el país, sin rumbo ni destino.
Ante esta realidad, el clamor de la mayoría de los españoles es que se debe acabar con esta cruel e inhumana práctica de una vez por todas. Ojalá que este Día Mundial del Galgo 2025 sea el último que tengamos que conmemorar, porque su objetivo de prohibir la caza con perros se haya cumplido.
El Maipo/Ecoticias