Por Nimish Gangrade, editor de Agricultura Global
(Nueva Delhi) El Día Mundial del Suelo 2025 llega el 5 de diciembre de cada año con una nueva advertencia. El mundo finalmente está prestando atención a la salud del suelo, pero el ritmo de recuperación dista mucho del que exige la ciencia. La FAO estima que más de un tercio de los suelos del mundo ya están degradados, y la erosión del suelo está eliminando hasta 30 000 millones de toneladas de capa superficial cada año. Al mismo tiempo, los suelos del mundo han perdido aproximadamente el 25 % de sus reservas originales de carbono. Esta pérdida amenaza la producción futura de alimentos y debilita uno de los amortiguadores climáticos más importantes del planeta.
El tema de este año, Suelos Saludables para Ciudades Saludables, refleja una realidad creciente. El suelo no es solo un problema rural. Las zonas urbanas están perdiendo suelo funcional a un ritmo sin precedentes, y una vez sellado, su capacidad natural para absorber agua, reducir las temperaturas y sustentar la biodiversidad desaparece casi para siempre.
Salud mundial del suelo: las cifras que impulsan la preocupación
En toda África, los niveles de carbono orgánico del suelo en tierras cultivadas suelen permanecer por debajo del 1 %. Más del 70 % de las tierras agrícolas se enfrentan a una degradación de moderada a severa. Estos bajos niveles de carbono reducen la producción y exponen a los agricultores a la sequía.
Asia muestra un patrón diferente. En muchas regiones, el carbono del suelo se ha reducido a entre el 0,3 % y el 1,5 %. Casi el 40 % de las tierras de cultivo asiáticas sufre un desequilibrio de nutrientes causado por décadas de uso excesivo de nitrógeno y una cantidad insuficiente de materia orgánica.
América Latina continúa perdiendo carbono a un ritmo preocupante. Los suelos recién cultivados en zonas de Brasil, Argentina y Paraguay ya han perdido entre el 20 % y el 50 % de su carbono original tras la conversión de bosques y pastizales.
Los suelos europeos también se enfrentan a presiones. Las tasas de erosión en el sur de Europa suelen superar las 10 toneladas por hectárea al año, y la contaminación por residuos de pesticidas sigue siendo generalizada. Los niveles de carbono en el suelo en las regiones orientales y mediterráneas siguen disminuyendo.
Estas cifras explican por qué la FAO predice que la producción mundial de alimentos podría caer hasta un 12 por ciento para 2040 si la degradación del suelo continúa al ritmo actual.
Alerta sobre el suelo en India: bajo contenido de carbono, desequilibrio de nutrientes y estancamiento de los rendimientos
India presenta uno de los ejemplos más claros de estrés sistémico. Datos nacionales muestran que casi el 30 % de los suelos indios tienen niveles de carbono orgánico inferiores al 0,5 %. En muchas regiones de la llanura indogangética, el carbono del suelo ha disminuido hasta un 25 % en las últimas dos décadas.
Casi la mitad de los suelos de la India sufren un desequilibrio de nutrientes. La deficiencia de zinc afecta a más de un tercio de las tierras agrícolas. La erosión del suelo elimina más de 5 mil millones de toneladas de suelo cada año, junto con nutrientes por un valor aproximado de 1,5 millones de toneladas.
Estas presiones se reflejan en el rendimiento de los cultivos. El rendimiento del trigo en los principales estados productores apenas ha aumentado en diez años. El rendimiento del arroz en varios estados del este se encuentra estancado a pesar del alto uso de fertilizantes.
Los agricultores están respondiendo cambiando a productos biológicos. El mercado de productos biológicos en India creció a tasas de dos dígitos en 2024-25 hasta que una drástica restricción regulatoria prácticamente paralizó el sector, bloqueando incluso productos de alta calidad y reputación. Ahora, con procedimientos más claros y ajustes en las políticas, el mercado está volviendo lentamente a la normalidad. Muchos agricultores reportan una mejor retención de humedad y estructura del suelo cuando los productos biológicos se combinan con compost o se reduce el uso de fertilizantes. Sin embargo, los expertos advierten que el mercado requiere un control de calidad más riguroso para proteger a los agricultores de productos ineficaces o adulterados.
Los esfuerzos de recuperación del suelo en Europa son prometedores, pero necesitan escala
Europa está intentando un cambio radical de rumbo. Se están llevando a cabo ensayos de cartografía del suelo, cultivo de carbono y agricultura regenerativa en todos los Estados miembros. Los primeros resultados muestran que los sistemas bien gestionados pueden aumentar el carbono orgánico del suelo entre un 0,2 % y un 0,4 % anual. Si se aplican a gran escala, estas prácticas podrían ayudar a Europa a alcanzar sus objetivos de restauración del suelo a largo plazo.
Sin embargo, la adopción sigue siendo lenta. Las preocupaciones sobre las restricciones de fertilizantes, la estabilidad de la producción y los costos de transición siguen retrasando un cambio a gran escala. Europa avanza, pero no con la velocidad suficiente para adaptarse a sus propios plazos ambientales.
Por qué los suelos urbanos importan más que nunca
Ciudades de todo el mundo sellan más de un millón de hectáreas de suelo cada año. Una vez sellados, los suelos pierden casi toda su función ecológica. La FAO destaca que incluso un aumento del 1 % en el carbono orgánico del suelo en los espacios verdes urbanos puede mejorar significativamente la infiltración de agua y reducir las inundaciones.
Algunas ciudades están adoptando esta ciencia. Pavimentos permeables, huertos comunitarios y bosques urbanos de alimentos están surgiendo en regiones seleccionadas. Sin embargo, la mayor parte de la planificación urbana aún considera el suelo como una cuestión de último momento, en lugar de como una herramienta climática vital.
Dirección correcta, velocidad equivocada
El mundo está tomando conciencia de la salud del suelo. Las prácticas regenerativas se están expandiendo. Los insumos biológicos están ganando terreno. El carbono del suelo se está integrando en las políticas climáticas generales. Las ciudades están comenzando a considerar el suelo como infraestructura.
Pero la advertencia científica es consecuente. El progreso es real, pero el ritmo no es suficiente para revertir décadas de degradación.
El suelo puede regenerarse. El carbono del suelo puede reconstruirse. La productividad puede aumentar de nuevo. Pero solo si los países aceleran sus acciones, fortalecen las regulaciones, invierten en la restauración y apoyan a los agricultores y las ciudades en la transición.
El Día Mundial del Suelo 2025 nos deja con una simple verdad: la dirección es la correcta. El ritmo debe cambiar.



