Jueves, Julio 31, 2025

“Milei no tiene con quién perder”: el Gobierno argentino se encamina a su primera prueba electoral

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Por Juan Lehmann

Argentina recorre el camino hacia las elecciones legislativas de medio término en un escenario signado tanto por la incertidumbre en torno al desempeño del oficialismo como por la virtual acefalía en la oposición. “Como todo presidente, Milei va a las legislativas con la mirada puesta en la reelección”, dijo a Sputnik un analista.

El mandatario de la nación sudamericana se encamina a su primer examen ante las urnas, que marcará a fuego el futuro de su Gobierno. El camino hacia las elecciones de medio término se inscribe en un marco signado por el contraste entre la euforia oficialista por la caída de la inflación, la incertidumbre sobre la sostenibilidad del programa económico y la virtual acefalía en la oposición.

En los comicios legislativos del 27 de octubre se renovarán 127 bancas de Diputados (la mitad) y 24 del Senado (un tercio).

El foco de la expectativa oficialista reposa sobre un crecimiento irrefrenable: al no poner en juego ningún escaño —por tratarse de una fuerza recién emergida en la arena electoral—, necesariamente La Libertad Avanza verá un salto en la cantidad de plazas en ambas cámaras del Congreso.

La apuesta del oficialismo es clara: capitalizar el descenso de los precios al consumidor para ampliar su base legislativa. “El Gobierno pone toda su carga emocional en la baja inflación”, explicó ante Sputnik el analista político Pablo Cano.

No obstante, el experto advirtió que ese optimismo “contrasta con su falta de armado político a nivel nacional”, dado que “su carácter disruptivo tiene como correlato el hecho de no haber terminado de consolidarse institucionalmente en el interior del país”.

Ecuación de poder

Hoy, el oficialismo tiene apenas 38 diputados y siete senadores, pero espera duplicar su representación en ambas cámaras para poder avanzar con reformas estructurales. Para eso, necesita imponerse en distritos donde aún no tiene estructura, y competir con partidos que, aunque debilitados, conservan figuras de peso a nivel local.

“El Gobierno seguramente es el que, aun luciendo como favorito, menos capacidad tiene de presentar caras conocidas en todo el país, porque no tuvo apenas dos años desde su llegada al poder para formar líderes en el interior”, destacó Cano. Los partidos tradicionales, en cambio, cuentan con dirigentes reconocidos en cada provincia, lo que puede impactar en el resultado.

Uno de los motivos que explican el optimismo libertario proviene, paradójicamente, de la vereda de enfrente.

Con el peronismo sumido en disputas internas —pese al atisbo de comunión inicial suscitada tras la condena a prisión domiciliaria de su principal referente, Cristina Kirchner— y con el resto de actores tambaleando entre una “oposición dialoguista” y una genuflexión manifiesta, la alternativa al proyecto mileísta no termina de consolidarse. Cano fue contundente: “Hoy Milei no tiene contra quién perder“.

Sin embargo, para el consultor, “eso sucede porque estamos en una elección de medio término: si fuera presidencial necesariamente habría un ordenamiento forzado”.

El Gobierno se beneficia de ese vacío, pero sabe que el terreno político puede reconfigurarse más rápido de lo habitual. La experiencia reciente sugiere que la sociedad argentina es capaz de buscar opciones nuevas cuando las existentes no generan entusiasmo.

“Si hay algo que la historia muestra, es que cuando fracasa una experiencia, el electorado busca algo distinto. Y si no lo encuentra en los partidos, lo puede encontrar en un outsider”, explicó el experto.

Plan de fondo

Si bien en lo inmediato el Ejecutivo pone en juego su músculo parlamentario para profundizar en las reformas estructurales impulsadas en sus primeros dos años, el objetivo subyacente es la consolidación de cara a una reelección.

Milei va a [estos comicios] con la mirada puesta en la reelección más adelante: es plenamente consciente de que no hay 2027 sin antes un triunfo en 2025“, resumió el analista.

“El programa de Gobierno es tan ambicioso que para llevarse a cabo requiere de más peso legislativo y más tiempo de poder. Estas elecciones también significan el margen de maniobra con el que contará el oficialismo por el resto del mandato”, explicó el consultor.

El humor social será decisivo. Si bien la caída de la inflación ayudó al Gobierno a recuperar algo de oxígeno —partiendo del 25% mensual con el que inauguró su mandato hasta el 1,5% registrado en la última medición—, el “plan motosierra” supone un fuerte costo en términos sociales.

“La preocupación que crece está puesta sobre el desempleo y la pobreza, porque el consumo no termina de repuntar, y eso que hay una fuerte apuesta a mantener controlado el tipo de cambio para llegar a las elecciones sin sobresaltos”, destacó.

El elefante en la sala

Cualquier análisis del escenario electoral necesariamente debe posar su atención en un factor nuevo en la política argentina pero absolutamente determinante: el ausentismo. Lejos de ser un hecho aislado, la caída de la participación en los comicios provinciales de 2025 sugiere un fenómeno estructural en expansión.

En la Ciudad de Buenos Aires —capital de la nación sudamericana—, la participación se desplomó al 53,3% en las legislativas locales, su mínimo histórico. Las provincias de Misiones, Santa Fe, Chaco y Salta también registraron niveles inferiores al 60%, redondeando sus valores más bajos de los últimos años.

Históricamente, la participación en elecciones nacionales ha oscilado entre el 70 y el 75%, amparada por el carácter obligatorio del voto. Pero en los hechos, el cumplimiento efectivo se ha vuelto cada vez más laxo, sobre todo en elecciones municipales o legislativas.

El fenómeno ya no parece excepcional, sino una nueva normalidad. Con una votación legislativa en el horizonte, que renovará 127 bancas en Diputados y un tercio del Senado, la apatía ciudadana podría afectar la legitimidad y la representatividad del Congreso que resulte electo.

Para Cano, la preocupación no es menor. “Lo que puede estar pasando, y que es más preocupante, es que se instale en las clases populares la pregunta de para qué voy a ir a votar”, señaló el analista.

“La clase popular solo puede hablar ese día. Si vas vaciando ese sentido, claramente vas a tener un país sesgado hacia un modelo elitista, donde solo vota quien tiene lobby y recursos (…). Cuando ves que la participación no llega al 60%, el que gane la elección va a imponerse con poco caudal de apoyo en términos absolutos. Eso da cuenta de una calidad institucional bajísima para definir el rumbo del país”, planteó.

La política es un fenómeno físico: no admite espacios vacíos. Si hay descontento hacia el Gobierno, pero tampoco hay apoyo hacia la oposición actual, esa representación se va a expresar de alguna forma. En todo caso, la pregunta es qué forma adoptará“, concluyó el experto.

El Maipo/Sputnik

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