Cuando se inauguraron los andamios de las AFP, el listado de promesas, buenos augurios para el país y los chilenos, eran en esos tiempos de la cruenta dictadura militar. Mucha tinta mercurial corrió para vestir de justo un ropaje que te hizo miserable con el paso de los años, como así sucedió.
En este cuadro han sido las mujeres las más agredidas. La desigualdad salarial provoca diferencias insalvables, si se mantiene el actual sistema de AFP seguirán pasando los días cada vez más tristes.
Prometieron que el año 2020 las pensiones serían iguales al último sueldo, y que el sistema de reparto era imposible seguir dándole continuidad, era un modelo agotado, no entregaba dignidad a los chilenos. La nueva propuesta cambiaba sencillamente porque las condiciones para ser país desarrollado así lo requerían. Los grupos económicos, banqueros y aseguradores vieron en aquel engendro un pozo inagotable de recursos, para ser más poderosos y aportar a la consolidación del modelo neoliberal que tanto les ha favorecido.
La derecha vocifera exigiendo libertad para elegir y le instala la frase que el dinero es de cada uno. No dijeron lo mismo allá por los años ochenta. No se le consultó a nadie, no fue votada, no había partidos políticos, el parlamento estaba cerrado, las organizaciones sindicales actuaban bajo condiciones de clandestinidad y los dirigentes eran asesinados. En las calles operaba la CNI donde el hombre era un blanco móvil permanente.
Bajo amenaza de despido fueron obligando a todos el ingreso a los nuevos carruseles. José Piñera como si de un encantador de serpientes venenosas se tratara, trajo su bandera y contrató a los pájaros agoreros. Pinochet por edicto militar dejó fuera del nuevo sistema a su soldadesca canalla. Había que estar dispuesta a dar la vida si fuera necesario, pero no dinero militar, eso lo entregan los impuestos de todos los chilenos.
Luego ya varios decenios no sólo se le cuestiona a las AFP en su origen, sino por los feroces resultados y efectos al condenar a perpetuidad para que millones de chilenos vivan en la miseria a chilenos que trabajaron toda su vida. De público conocimiento es que los empresarios y patrones no pagan salarios dignos, son mínimos, miserables, paupérrimos en muchos casos. Miles viviendo bajo la linea de la pobreza.
Las utilidades obtenidas por las empresas conocidas como AFP ya han sobrepasado con creces lo racional. Sólo los sicóticos repiten una y otra vez lo mismo pensando en obtener resultados diferentes.
La consigna siempre ha sido NO+AFP
La derecha se declara enemiga del sistema de reparto, cuando Chile sí tiene sistema de reparto en funciones. Las pensiones de la aviación, marinos, ejército, carabineros, funcionarios de prisiones, PDI no están en las empresas AFP. Nada dice la derecha y se reafirma la desigualdad de los chilenos; en este caso uniformados y los de la calle.
Absolutamente ningún derecho de los trabajadores ha sido regalado, todo lo contrario, desde la plaza como testigo histórico, cada uno fue una batalla contra los gobiernos y en el duro enfrentamiento contra los patrones.
La derecha se opone a la creación de un sistema de seguridad social digno. Rechaza que algunos puntos del 6% sea para solidaridad social. Se opone por el marcado interés de su clase que defiende a las AFP porque son la herencia, el legado que les dejó la dictadura y que deben defender. No olvidar que las AFP fueron cajas pagadoras en los tiempos de financiamiento ilegal de la política. Es ahora cuando los favores recibidos obliga a la derecha para la defensa de las empresas de ahorro obligatorio. Allí están sus lanceros a los que no les interesa pensiones dignas para millones de chilenos.
No se trata de “que los que tienen más se pongan con un poquito”, dijo el presidente. Eso es mendigar, eso no creer en el movimiento popular. Un sistema de pensiones es batalla política, digamos la madre de todas las batallas. Ya están marcadas en tierra las rodillas que salvaron a las ISAPRES, si no hay acuerdo, si no hay consenso llegó la hora de hacer de la calle la mejor vocería, como lo ha sido siempre.
Posiblemente, luego de algún acuerdo precario se anuncie a los cuatro vientos que hay un nuevo camino para pensiones justas. En las actuales condiciones pensiones justas será deslavado y nuevamente sin futuro. Una vez más otro derecho conculcado.
El actual del gobierno ha sido limitado, optó por el camino de los acuerdos, herencia de los tiempos de la concertación, a la que recurren constantemente los socialista democráticos, hoy tan bien cómodos en el gobierno.
Un gesto de rebeldía era suficiente y ese no llegó.
Poco queda para el término del gobierno y la herencia aún es poco evidente. Al parecer no dejará legado, posiblemente la bandera del desengaño sea la que haya que arriar desde los mástiles de la casa de los presidentes. Victoriosos los socialdemócratas que alcanzaron sin moverse de sus oficinas otro periodo presidencial que no alteró el orden de las cosas, cuando era justamente aquello que la calle desde el 2011 y octubre reclaman.
Quedan los mismos de siempre engañados con un paquete de falsas promesas, a los que una vez más invitarán para decirles que esta vez sí será diferente. El asunto es pensiones dignas para recorrer lo último de la vida dignamente. Es una invitación para doblar la mano de lo injusto, para quitarle a la derecha la bandera de la libertad de elegir porque NUNCA ha existido.
Por Pablo Varas. Profesor de Historia, Escritor melipillano.
Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de sus autores, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.