Hablar de seguridad hoy en día es hablar de la mayor preocupación de nuestras vecinas y vecinos. No hay conversación en la calle, reunión de barrio o sesión del Concejo Municipal donde este tema no aparezca con fuerza. Y es que la sensación de inseguridad ha crecido al mismo ritmo que la delincuencia y el crimen organizado. Pero el problema no es sólo la sensación; es una realidad concreta que golpea con fuerza a las comunas, sobre todo a aquellas que, como San Joaquín, conviven con delitos cada vez más violentos y organizaciones criminales que operan con total impunidad.
Esta situación afecta gravemente la democracia, debilita el tejido social y daña la calidad de vida de nuestros vecinos y vecinas. Por ello, no podemos seguir con medidas tibias ni con diagnósticos que no se traduzcan en acciones concretas. Quienes nos posicionamos desde una mirada colectiva de la sociedad y el compromiso con las transformaciones sociales, debemos asumir una actitud autocrítica en esta materia y adoptar, con responsabilidad, propuestas y medidas que entreguen soluciones efectivas a nuestros barrios y poblaciones.
En este escenario, desde los barrios de nuestras comunas ha surgido una demanda que ya no puede esperar: la necesidad de que los guardias municipales puedan adoptar armas no letales. No se trata de un capricho ni de una postura antojadiza, sino de una necesidad que nuestros vecinos han manifestado con claridad.
Según la última encuesta del Instituto de Políticas Públicas de la UNAB, el 64% de la ciudadanía respalda que los guardias municipales cuenten con este tipo de herramientas. Este porcentaje es la expresión de un clamor social que exige mayor protección y respuestas efectivas ante la delincuencia.
Presencia testimonial
Las patrullas municipales recorren a diario nuestras calles con compromiso y vocación de servicio, pero sin las herramientas necesarias para disuadir a los delincuentes. Mientras el crimen avanza armado con pistolas y fusiles, nuestros equipos están prácticamente desarmados, limitados a una presencia testimonial y a la coordinación con Carabineros. Este desequilibrio nos está costando caro: los delincuentes lo saben y actúan con total desfachatez, sin miedo a la autoridad municipal y con la certeza de que, en la mayoría de los casos, podrán escapar sin consecuencias.
Cuando hablamos de armas no letales, nos referimos a elementos como pistolas de electrochoque, gas pimienta o balas de goma. No estamos pidiendo militarizar los municipios ni convertir a los guardias en una fuerza paralela a Carabineros, sino simplemente dotarlos de las herramientas necesarias para ejercer su labor, cumpliendo con los protocolos necesarios y capacitándolos adecuadamente, para así no poner en riesgo su propia integridad ni la de los vecinos.
Hay que entender que los municipios no quieren asumir un rol que no les corresponde, pero ante la ausencia de respuestas efectivas del Estado, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Si queremos comunas seguras, necesitamos actuar con sentido de urgencia y con medidas que estén a la altura de la crisis que vivimos.
Experiencias internacionales demuestran que el uso de armas no letales por parte de los cuerpos de seguridad municipales pueden ser una herramienta efectiva en la disuasión del delito. Países con democracias consolidadas han implementado estas medidas con buenos resultados, logrando reducir la criminalidad y otorgar mayor protección a la comunidad. No se trata de inventar la rueda, sino de aplicar estrategias que han funcionado en otros lugares y que pueden marcar la diferencia en la seguridad local.
Cambios legales
Desde San Joaquín hacemos un llamado claro y directo al Congreso y al Ejecutivo: legislen con urgencia en esta materia. No es posible que pasen los años y la normativa no se actualice a la par de las exigencias de la ciudadanía. Debemos hacer un cambio profundo a las leyes de seguridad y establecer medidas concretas para prevenir y combatir el crimen. No podemos seguir en una eterna discusión mientras la delincuencia se sigue tomando nuestras calles. Es momento de tomar decisiones concretas, con valentía y sentido de responsabilidad. Enfrentar los problemas de seguridad con herramientas del siglo pasado es, en la práctica, condenarnos al fracaso.
Las cifras están sobre la mesa, el respaldo ciudadano también. Ahora, la responsabilidad está en manos de las autoridades. Es hora de dejar las excusas y empezar a actuar. La seguridad de nuestras vecinas y vecinos no puede seguir esperando.
Cristóbal Labra, Alcalde de San Joaquín.
El Maipo/Le Monde Diplomatique
Imagen central: Diario el Sol de Antofagasta