Por Juan Lehmann
Argentina celebró la caída de más de 20 puntos en la pobreza, su menor valor en siete años, pero la mejora en el indicador coincide con una alta precarización laboral. “Mientras baja la pobreza, están cayendo los salarios formales. Además, están creciendo exponencialmente formas de precariedad como el ‘pluriempleo'”, dijo a Sputnik un experto.
El Gobierno argentino informó que la pobreza en el primer trimestre bajó al 31,7%, su nivel más bajo desde 2018. Se trata de un descenso de 23 puntos frente al mismo período del año pasado, y de siete puntos en comparación a 2023, antes de la asunción de Javier Milei.
Sin embargo, el descenso convive con un incremento tanto del desempleo como de la informalidad.
En un contexto de considerable recuperación económica y una marcada desaceleración de la inflación, el Ejecutivo se apoyó en los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos para celebrar el dato.
No obstante, la mejora en el indicador convive con un aumento del desempleo (del 5,7% al 7,7%) y una creciente precarización del mercado laboral. Según el INDEC, el empleo informal representa ya el 42% de los trabajadores, sumidos en condiciones por demás vulnerables.
Un componente fundamental para la caída de la pobreza remite a que el precio de los alimentos parece haber morigerado su inercia alcista. Dado que constituyen el principal elemento para medir la Canasta Básica de una familia, la desaceleración en su aumento repercute de lleno en el consumo de los sectores populares. En ese sentido, los ingresos “le ganaron” la carrera a los alimentos.
La baja en la pobreza también se explica por cuestiones metodológicas. El dato se calcula a partir de la Encuesta Permanente de Hogares, que releva los ingresos mensuales de cada familia y los compara con el valor de la última canasta básica. Con la inflación controlada (1,5% en mayo), se redujo una distorsión habitual en contextos de precios altos, cuando se terminan comparando ingresos “viejos” con canastas “nuevas”, naturalmente más caras al calor de la vorágine económica.
El otro dato clave para analizar el fenómeno es el índice de salarios. En abril, la inflación (3,4%) hizo perder poder adquisitivo tanto a los empleados formales públicos (2,3%) como los privados (2,5%) perdieron contra la inflación (3,4%).
Sin embargo, quienes más poder adquisitivo recuperaron son los informales, cuyo ingreso subió 7,7%, aunque estos datos provienen de estimaciones indirectas y con mayor rezago.
El repunte del consumo privado —hoy 5% por encima de los niveles de 2023— ofrece otra pista para entender la aparente paradoja. Los ingresos no capturados por el índice de salarios, como los de cuentapropistas, beneficiarios de asignaciones sociales o trabajadores informales, habrían mejorado más que los de los asalariados registrados. No obstante, aún persiste una considerable merma en datos de consumo masivo de elementos básicos, como carnes y leche, que registran una caída interanual.
Desde noviembre de 2023, cuando Milei asumió la presidencia, los salarios formales perdieron poder adquisitivo. En abril, los sueldos privados registrados se ubicaban 1% por debajo del nivel real de entonces, mientras que los públicos retrocedieron un 15%. El índice general de salarios, que incluye a los informales, todavía se mantiene 6% por debajo del valor previo al cambio de Gobierno.
La pregunta de fondo es si la mejora en los índices sociales será sostenible. Como advierten economistas, el tipo de cambio oficial se mantuvo atrasado como “ancla antiinflacionaria”, pero esa estrategia ya muestra signos de agotamiento, como los reflejados en el aluvión de importaciones registrados al calor del “dólar barato”. Si la presión sobre las reservas de divisas se acentúa, el margen para sostener el actual nivel de actividad y consumo podría verse reducido.
¿Alivio duradero?
“Este es un dato auspicioso. Significa que los sectores más vulnerables han recuperado parte del ingreso perdido durante el año pasado”, dijo a Sputnik Nicolás Sacco, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires.
No obstante, el experto remarcó que el escenario actual podría ser frágil. “La principal incógnita es si esto es sostenible: por ahora, esto se logró por el control de la inflación gracias a herramientas que pueden llegar a su límite“, afirmó.
Para el analista, el riesgo es que ese alivio social no se apoye en mejoras estructurales, sino en un esquema transitorio de estabilización de precios.
En ese sentido, alertó sobre los límites que enfrenta el modelo en marcha para seguir reduciendo la pobreza sin una recuperación sólida del empleo registrado ni un repunte sostenido del salario real.
Argentina dual
Entre las distintas aristas que emergen de los datos oficiales, Sacco destacó una presunta paradoja: la caída de la pobreza no se condice con una mejora real de los salarios.
“Lo particular de esta coyuntura está creciendo exponencialmente formas de precariedad como el ‘pluriempleo’: gente que necesita más de un trabajo para llegar a fin de mes”, ahondó.
“Hoy hay cada vez más marcada una Argentina ‘partida’: una clase media acomodada tiene más posibilidades de consumir en el exterior, mientras que indicadores como la venta de alimentos siguen marcando valores bajos. Esta situación de ‘consumo dual’ viene profundizándose en los últimos tiempos“, apuntó el analista.
Para el investigador, una de las novedades principales remite a la desigualdad en el mercado laboral. “Hay un sector que todavía goza de cierta estabilidad que cada vez luce más lejana para la mayoría de los trabajadores”, advirtió.
En ese marco, señaló que el crecimiento de la informalidad “es un fenómeno estructural desde hace años. Pero el Gobierno tiene responsabilidad porque está apostando a una flexibilización de la legislación laboral, que termina abaratando la mano de obra”.
El Maipo/Sputnik