(París) Enigmática y potente en cuanto a su expresión y sentimientos, la pintura El Desesperado, del maestro del realismo Gustave Courbet (1819-1877), acapara la atención en el museo parisino de Orsay, algo bien difícil si se considera que la otrora estación de trenes acoge obras de gigantes del pincel de Francia y del mundo.
El interés está bien justificado, el autorretrato dibujado por el artífice de la contemporaneidad cuando solo tenía 25 años es de esas piezas disfrutadas con rareza por el público, pues pudo ser admirada por última vez en suelo galo hace 17 años.
La frase “El buen perfume se vende en frasco pequeño” se ratifica al contemplar el óleo de 45 por 54 centímetros, que al decir del Museo de Orsay en su invitación desde las redes sociales a disfrutarlo, posee el estatus de ícono por la virtud de su ejecución y poder expresivo.
El desesperado estuvo durante mucho tiempo en manos privadas hasta su adquisición por la Autoridad Qatarí de Museos (QM), sin que se conozcan detalles de la operación.
La emblemática institución situada a orillas del Sena y el QM acordaron el préstamo de la obra maestra del artista por al menos cinco años, la cual deberá exhibirse en el Art Mill Museum de Doha, cuyas puertas abrirán en 2030.
El diario Le Monde reconoció al historiador Sylvain Amic, presidente de Orsay hasta su fallecimiento a finales de agosto último, por su esfuerzo y sus gestiones para lograr que el famoso autorretrato sea apreciado desde mediados de octubre por franceses y turistas.
Terminado en 1845, el cuadro que muestra a un Courbet con rostro de pavor, ojos fijos y alucinantes, manos en un gesto de agobio y cabellos desordenados, retornó a una sala por segunda vez que se conozca, ya que además de la citada retrospectiva, fue exhibido anteriormente en la década de los años 70 del pasado siglo.
En Francia lo evocan como un tesoro nacional perdido, retomando la polémica en torno a la fuga del patrimonio cultural de los Estados, mientras los estudiosos del artista intentan explicar la diseminación de los trabajos de Courbet, a quien se atribuyen más de un millar, a pesar de su azarosa vida y militancia.
Perseguido por su participación en 1871 en la Comuna de París, tuvo que exiliarse en Suiza y vender óleos para saldar las deudas impuestas por la justicia como castigo, de ahí la tarea imposible de identificar el paradero de varios de sus cuadros.
El desesperado acompaña por un tiempo a otras obras de Courbet en el Museo de Orsay, donde se exhiben más de 20, entre ellas la famosa y atrevida, y en su momento muy cuestionada El origen del mundo.
El Maipo/PL



