(Buenos Aires) El desenvolvimiento de la economía argentina en julio experimentó su segundo descenso más marcado en los últimos 16 meses; sin embargo, hoy emite otras señales recesivas en momentos políticos complejos para el Gobierno de Javier Milei y sus aspiraciones.
La actividad económica quedó en ese mes casi en el mismo nivel que en diciembre de 2024, en un contexto de bajos salarios y altas tasas, cuando las perspectivas hacia adelante no son alentadoras, advirtió la consultora Orlando Ferreres.
La contracción se dio en un mes con fuerte volatilidad en el valor del peso ante el dólar y en las tasas bancarias de interés, lo cual tiende a frenar las decisiones de consumo e inversión de empresas y familias argentinas, y ahora en agosto esos problemas tienden a agravarse.
Estudios muestran que el consumo actual bajó del 35 al 40 por ciento, a niveles no registrados desde 2017. Al mismo tiempo, las empresas, en especial las pequeñas y medianas, se ven en aprietos ante el abismal aumento de las tasas de interés impuestas por el gobierno, que hacen impagables los créditos y generan onerosas deudas para las compañías y personas.
El Índice General de Actividad, que elabora la consultora, reflejó una variación negativa del uno por ciento en julio respecto a junio. Es el segundo peor dato desde marzo de 2024, solamente superado por el derrumbe de marzo de este año, período también afectado por la inestabilidad cambiaria, en la previa del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, señaló el análisis de la firma.
Por otro lado, el consorcio bancario norteamericano J.P. Morgan redujo su proyección de crecimiento para Argentina debido a la incertidumbre electoral y la volatilidad en las tasas, al tiempo que la confianza del consumidor sintió en agosto la peor caída en 20 meses ante un freno en salarios y créditos, indicó el diario Ámbito Financiero.
«La economía quedó en un nivel apenas 0,3 por ciento superior al que tenía en diciembre del año pasado, evidenciando las dificultades que está teniendo para mostrar un crecimiento en 2025», remarcó la firma Orlando Ferreres.
Otro indicador recesivo: La mejora anual de la actividad económica se desaceleró en julio: la industria decayó 2,4 por ciento, causado entre otros factores por el desplome en la producción de aceites (-10,1%) y en la fabricación automotriz (-16,5%).
La consultora Analytica, por su lado, señaló que las perspectivas para lo que resta de 2025 no son alentadoras, pues estima una baja del 0,1 por ciento; mientras Equilibra, otra firma de análisis, lo fija en 0,3 por ciento y el Banco Provincia del 0,4 por ciento para agosto.
Ámbito Financiero indicó que al estancamiento y la caída de los salarios reales, que frena el consumo, se le sumó en el último mes un salto en las tasas de interés, lo cual pone en riesgo al crédito, motor clave de la recuperación económica entre fines de 2024 y principios de 2025.
En ese marco, los especialistas advierten que puede haber un incremento en la morosidad y un menor dinamismo en el financiamiento de las empresas, al igual que una escasa o nula inversión. De hecho, casi el 90 por ciento de los argentinos que usan tarjetas de débito tienen deudas con los bancos emisores.
La contracción ya no golpea solo a los sectores más atrasados económicamente, también abate a la clase media, que lograba hasta hace poco sostener un patrón de consumo más estable. Eso es visible en un consumo más austero y menos compras en el comercio minorista.
Como consecuencia, el 80 por ciento de las familias argentinas han cambiado sus hábitos comestibles, muestran estudios como el del Centro de Economía Política de Argentina.
El Maipo/PL