En medio de titulares alarmistas que insisten en hablar de una “crisis de empleo” en Chile, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran un panorama muy distinto: nuestro país sigue generando trabajo formal, estable y de calidad. El informe del trimestre mayo-julio de 2025 revela cifras alentadoras: la tasa de desocupación descendió a 8,7%, por debajo de las proyecciones de los analistas, mientras que se crearon 72.829 nuevos empleos, con predominio del sector asalariado privado, aquel que asegura mayores derechos y seguridad social.
Además, la informalidad laboral alcanzó su nivel más bajo en un año, ubicándose en 26%. Esto no solo significa más empleos, sino mejores empleos, donde trabajadores y trabajadoras cuentan con contratos formales, previsión y protección frente a riesgos. Frente a esto, la narrativa de catástrofe laboral que insisten en difundir ciertos medios conservadores pierde todo sustento. No se trata de cifras aisladas: se observa una tendencia estructural de recuperación, donde la economía chilena absorbe fuerza laboral y fortalece el mercado formal.
Estos resultados tienen implicancias claras. Para el Estado, confirman que las políticas orientadas a la formalización y la protección social son efectivas y deben mantenerse; para el sector privado, reflejan confianza en la contratación y potencial para mayor inversión; y para las familias, implican menos vulnerabilidad y mayor acceso a derechos laborales.
En definitiva, los datos hablan por sí mismos: Chile sí está creando empleo, y de calidad. La política y los medios deberían mirar estas cifras con rigor y honestidad, en lugar de propagar un relato que solo genera incertidumbre y desalienta la inversión y la confianza social. La recuperación laboral es real y debe reconocerse como tal.
Por Álvaro Ramis, Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC), colaborador de El Maipo.
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