Martes, Enero 21, 2025

Chile frente al proteccionismo de Trump. Por Roberto Pizarro Hofer

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Un país pequeño como Chile no puede renunciar al espacio internacional para reproducirse económicamente, pero necesita implementar una apertura inteligente al mundo, no de forma indiscriminada como hasta ahora, sino con adecuadas regulaciones que cuiden y promuevan las industrias modernas y de servicios, principales generadores de empleo.

La inserción internacional ha sido uno de los componentes más importantes del “modelo chileno”. La apertura económica al mundo ha seguido la misma lógica de liberalización del mercado interno, que se instaló con los Chicago Boys, durante la dictadura de Pinochet.

En efecto, desde mediados de los años setenta, los economistas de la dictadura decidieron reducir unilateralmente los aranceles, otorgar el mismo trato al capital extranjero que al nacional y facilitar los flujos financieros.

Con el retorno de la democracia, desde 1990 en adelante, se continuó con la apertura de la economía al mundo, pero el instrumento privilegiado han sido los Tratados de Libre Comercio (TLC).

En esa apertura económica al mundo no han existido diferencias entre los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría y de la derecha. Con el actual gobierno del presidente Boric, esa lógica no ha podido modificarse, aunque su programa proponía cambios interesantes.

La inserción económica internacional ha sido radical. No reguló ni orientó los flujos financieros y de inversión extranjera directa, en favor de determinados sectores de transformación productiva, despreocupando la industria; las rebajas arancelarias no discriminaron entre bienes de importación y muchas pequeñas empresas cerraron su puertas por la importación masiva de manufacturas, provenientes de China.

Así las cosas, la apertura al mundo profundizó el extractivismo y no se logró diversificar la canasta exportadora de recursos naturales. Los esfuerzos productivos en el litio y el hidrógeno verde, impulsados por el gobierno actual, son interesantes, pero insuficientes para superar la precaria ubicación exportadora de Chile,

Con el primer gobierno de Donald Trump comienza a invertirse el orden mundial, abierto y liberal, que caracterizó al mundo en las últimas décadas y se anunció el término de la globalización.

En su primer discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas, el presidente Trump preciso las nuevas reglas del juego de su política internacional: “Rechazamos la ideología de la globalización y abrazamos la doctrina del patriotismo”.

Así las cosas, en su primer gobierno abandona el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), rechaza el acuerdo de París sobre el cambio climático, se retira de la Unesco, da término al acuerdo nuclear con Irán, cuestiona los entendimientos migratorios y renegocia el NAFTA, priorizando los intereses estadounidenses.

Donald Trump intenta recuperar la industria mediante el proteccionismo, elevando aranceles contra México, Canadá, Europa y China, con el argumento que la exportación de las empresas manufactureras a China, México y otros países de bajos salarios habían perjudicado seriamente la economía norteamericana. Lo hizo en su primer gobierno y ahora lo reitera con un discurso aún mas agresivo.

Estados Unidos ha dejado de lado los TLCs; pero ha iniciado una ofensiva de captura directa sobre las materias primas en América Latina. Exige un acceso privilegiado por razones económicas, tecnológicas y estratégicas, en competencia con China.

En reemplazo de los TLCs, el nuevo instrumento de dominación son los “Memorandum de Entendimiento para Asociaciones Estratégicas sobre Materias Primas“, con una lista de 16 materias primas estratégicas (que incluye litio y cobre) y de 24 materias primas críticas. La firma de este memorandum recorre todos los países de nuestra región.

Chile, y también América Latina, no pueden eludir la nueva realidad mundial que se impone en el mundo y, por tanto, se debiera realizar esfuerzos en favor de una nueva estrategia de inserción económica internacional.

Por cierto, un país pequeño como Chile no puede renunciar al espacio internacional para reproducirse económicamente; pero necesita implementar una apertura inteligente al mundo, no de forma indiscriminada como hasta ahora, sino con adecuadas regulaciones que cuiden y promuevan las industrias modernas y de servicios, principales generadores de empleo.

Así las cosas, enfrentar el proteccionismo obliga a un nuevo camino, que apunte en las siguientes direcciones.

  1. Renegociar los términos de los TLC

Habrá que redefinir algunos compromisos establecidos en los TLC, que limitan el accionar de nuestra política pública, entre los que destacan:

  • Un nuevo régimen de resolución de controversias, basado en tribunales nacionales, ya que los actuales tribunales internacionales son sesgados en favor de las empresas transnacionales,
  • Modificar los acuerdos sobre propiedad intelectual y acordar mecanismos de transferencia de tecnologías con las expresas extranjeras,
  • Recuperar los “requisitos de desempeño” en la instalación de nuevas empresas extranjeras.
  • Terminar con la neutralidad en los flujos de inversion, para orientarlos en función de los sectores prioritarios del interés nacional;
  1. Impulsar instrumentos estatales ágiles para responder (retaliar) frente a probables elevaciones arancelarias de terceros países, que afecten nuestras exportaciones
  2. Implementar regulaciones a las inversiones y flujos financieros, orientadas en favor de los sectores productivos y de servicios, agregadores de valor y generadores de empleo;
  3. Sostener un equilibrio en las relaciones con Estados Unidos, China y Europa, teniendo siempre en cuenta la protección del interes nacional y el objetivo del desarrollo;
  4. Las relaciones con China deberían ir más allá del comercio, ampliándose al ámbito industrial y de infraestructura;
  5. Incorporar el país a los BRICS, no sólo por ser un extenso mercado para el comercio, tecnología e inversiones, sino por la presencia allí de países como India y China, que se encuentran en la punta tecnológica;
  6. Privilegiar una relación especial con los países Escandinavos, para favorecer acuerdos científicos, tecnológicos y en educación. Lo mismo con Nueva Zelanda y Australia, cuyos aportes en gestión y tecnologías agropecuarias pueden ser un aporte fundamental a nuestra modernización;
  7. Insistir en el acercamiento económico y político con América Latina, aún en medio de las dificultades que presenta la integración y la situación política regional. Independientemente de diferencias ideológicas, se debe privilegiar la defensa del multilateralismo y los intereses mutuos, entre nuestros países.

Columna publicada en El Desconcierto el 20 de enero de 2025

Por Roberto Pizarro Hoffer, Economista, ex decano de la Facultad de Economía Política de la U. de Chile, ex Ministro de Desarrollo y la Familia, colaborador permanente de elmaipo.cl

Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de sus autores, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.

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