(Bruselas) El mundo celebra hoy el Día Internacional de las Mujeres Rurales en momentos de fuertes presiones económicas para el Planeta y problemas bélicos en diferentes áreas geográficas.
El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas estableció el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales.
En la declaración inicial, la organización hace un llamamiento para mejorar la condición de las mujeres rurales, prestando atención a sus necesidades, y también para empoderarlas en el ámbito social, económico y político.
El lema en boga al respecto apunta a Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza para nuestro futuro colectivo: construir resiliencia climática, conservar la biodiversidad y cuidar la tierra para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.
Las mujeres producen la mitad de los alimentos del mundo y protegen el medio ambiente, señalan medios como Diainternacionalde.com
Como agricultoras, enfrentan y se adaptan al cambio climático mediante prácticas sostenibles, uso de semillas resistentes a la sequía, y liderando proyectos de reforestación. Su conocimiento ancestral y sus roles como empresarias y activistas las convierten en líderes en sus comunidades.
Pese a ello, el cambio climático afecta más a las mujeres rurales, especialmente a las indígenas y campesinas, que dependen de la agricultura y viven en condiciones de mayor vulnerabilidad.
Otros lemas anteriores resumen que Las mujeres rurales cultivan alimentos de calidad para todas las personas y desempeñan un papel crucial en la producción, procesamiento y distribución de alimentos que alimentan a sus familias y comunidades, pero no tienen el mismo poder ni ganan tanto como los hombres.
Según cifras de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres rurales conforman un 43 por ciento de la mano de obra agrícola, y en su trabajo diario de labrar la tierra y plantar semillas están contribuyendo a asegurar la alimentación de sus comunidades, así como la de proporcionar alimentos a naciones enteras.
Sin embargo, pese a su trabajo y productividad, tiene muy poco o ningún acceso a la tierra, a los materiales agrícolas, créditos, mercados, etc., tal como lo tiene el sector masculino que se dedica a realizar el mismo trabajo.
Además, tampoco cuentan con un acceso equitativo a la educación, capacitación, infraestructuras y servicios como el agua.
Sufren de discriminación en cuanto a participación política dentro de sus comunidades y sus labores no tienen remuneración o son menores a las de sus homólogos, constatan las publicaciones durante esta jornada.
El Maipo/PL