Pocos se dan cuenta que el modelo productivo exportador de materias primas no sirve a todos los chilenos. Entrega cuantiosas rentas a unas pocas familias, pero genera escaso empleo y bajos salarios, sobreexplota la naturaleza y compromete el futuro de las generaciones venideras.
El presidente Boric entregó su tercera cuenta pública a la sociedad chilena. Hizo un muy buen discurso. Destacó la recuperación económica y la disminución de la inflación, los avances en seguridad y el combate a la corrupción; el desarrollo de la infraestructura; la defensa de los derechos humanos; los cambios en la matriz energética; y, ahora, propone avanzar en el sistema de cuidados y en la negociación sindical por ramas.
Fue muy valiente, además, al proponer una discusión sobre los temas del aborto y eutanasia, para desesperación del conservadurismo decimonónico de la derecha. Se trata de resultados e iniciativas relevantes de su gobierno. Hasta aquí vamos bien. Pero el neoliberalismo sigue presente y ciertamente no es tarea fácil derrotarlo.
Las Isapres en la salud, y las AFP en previsión, pilares del modelo en curso, parecen imbatibles. Y no por culpa de Boric, sino por la protección ciega de la derecha al gran capital. Es el bloqueo a las propuestas de gobierno por razones ideológicas y también porque la defensa de las Isapres y AFP garantizan el financiamiento político a los partidos de derecha. Así las cosas, el predominio del capital financiero mantiene su posición hegemónica.
Pero a ello se agrega la permanencia del extractivismo, sobre lo cual nada dijo el presidente. No habló de industrialización, ni sobre la necesidad de avanzar en favor de transformaciones productivas. En efecto, los principales ejes productivos del modelo permanecerán intocados; y, ahora, la exportación de sal de litio se agregará al cobre, la pesca y el sector forestal.
El presidente Boric ha perdido la gran oportunidad de atacar el extractivismo y, al mismo tiempo, dar una señal en favor de la transformación productiva, con una propuesta distinta sobre el litio. Porque el acuerdo Codelco-SQM, compromete por largas décadas la exportación de sal, sin transformarla en cátodos de litio, baterías y por qué no, favorecer la producción de vehículos eléctricos.
Es cierto que el presidente algo dijo sobre cátodos de litio, gracias a ciertas concesiones a alguna empresa china, pero no en el salar más importante, existente en el norte de Chile. Así, Ponce Lerou le doblo la mano a Codelco y no sólo con la permanencia de sus hijas en el directorio, sino con el freno a las posibilidades de transformación de la materia prima del litio.
El neoliberalismo y su base material, el extractivismo, parecen inamovibles.
Pocos se dan cuenta que el modelo productivo exportador de materias primas no sirve a todos los chilenos. Entrega cuantiosas rentas a unas pocas familias, pero genera escaso empleo y bajos salarios, sobreexplota la naturaleza y compromete el futuro de las generaciones venideras.
Los países que fundamentan su actividad económica en los recursos naturales pueden crecer, pero no desarrollarse. Presentan serios desequilibrios económicos, regionales y sociales, muestran inestables ingresos de exportación, dependiente de los ciclos de precios internacionales y no realizan mayores esfuerzos de innovación y transformación productiva, como consecuencia de la consolidación de una mentalidad rentista.
En suma, para potenciar la economía a mediano y largo plazo e ingresar al desarrollo es insoslayable caminar más allá de la producción de recursos naturales. Lo dice, el destacado economista coreano de Cambridge, Ha Joon Chang: “¿Por qué Japón produce autos, Finlandia teléfonos celulares o Corea acero? Porque las ventajas se crean” (Ha-Joon Chang, entrevista en Página 12, 20 noviembre 2010).
El exministro de Hacienda, Felipe Larraín, junto a los economistas Sachs y Warner, confirma esa tesis: “Chile no se ha integrado a la economía mundial como un innovador independiente o como generador de tecnologías de vanguardia, sino como un proveedor de unos pocos recursos naturales. Y… estos sectores son insuficientes para impulsar a Chile hacia una etapa de elevado crecimiento del ingreso. Chile tendrá que diversificar su base exportadora o es altamente probable que experimente una caída en su crecimiento”. (Larraín, Sachs y Warner, A Structural Analysis of Chile’s Long Term Growth: History, Prospects and Policy Implications, paper, 2000. Universidad de Harvard).
Sin un plan nacional de desarrollo productivo, la política económica no hace más que reproducir el modelo rentista, lo que ha acentuado el abismo económico: de una parte, un sector de punta moderno, que produce y exporta recursos naturales, acompañado de un extenso sector financiero; de otra parte, una decadente industria de bienes, con baja productividad, aislada de los mercados ante la imposibilidad de competir en el actual mundo globalizado.
Es preciso optar por otro camino productivo, que sea el fundamento material para el desarrollo económico y social de Chile. Comprometerse en este propósito exige al Estado una política económica activa, con un régimen impositivo que encarezca la producción de recursos naturales, que regule más estrictamente al sector financiero, y que entregue incentivos a los agentes económicos en nuevos campos productivos.
En segundo lugar, se requiere un decidido impulso a la inversión en ciencia y tecnología, altamente insuficiente en nuestro país, acompañado con la instalación de centros tecnológicos que apoyen el desarrollo de clusters en las zonas mineras, madereras, pesqueras y agrícolas, en las distintas regiones del país.
En tercer lugar, un proyecto productivo de transformación precisa mejorar radicalmente la calidad de la educación formal y la capacitación de los trabajadores. Nuevas tecnologías, máquinas y procesos exigen profesionales y trabajadores con formación más sofisticada. Ello resultará en mayor productividad, más calidad en el empleo y mejores salarios.
En cuarto lugar, habrá que terminar con la retórica sobre las Pymes y mejorar su competitividad, mediante crédito barato, fomento efectivo y acceso a mercados.
Si deseamos que se haga realidad el término del neoliberalismo es preciso un proyecto de desarrollo productivo que industrialice el país, capaz de generar empleo decente, diseminar los frutos del crecimiento entre grandes y pequeños empresarios, entre trabajadores y dueños del capital. Y que, al mismo tiempo, favorezca la innovación, la inversión en ciencia y tecnología, con una permanente capacitación de trabajadores y profesionales.
Por Roberto Pizarro Hofer. Economista, Colaborador de El Maipo
Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de sus autores, y no refleja necesariamente la línea editorial El Maipo.