Por: Pedro Arturo Aguirre
El populismo no es una ideología, es una estrategia basada en proclamar la superioridad de la supuesta “voluntad popular” sobre las instituciones, en exacerbar la polarización social y en abogar a favor de una relación directa entre el pueblo y su líder. Bolsonaro es buena prueba de como un gobernante de tendencia autoritaria sabe explotar los recursos del manual populista para llegar al poder, pero a diferencia de sus congéneres durante su gobierno se vio limitado por no contar con mayorías claras en el Congreso y por la ausencia de un movimiento político propio verdaderamente bien organizado. Esto parece haber cambiado con las elecciones del pasado domingo, en donde el bolsonarismo se hizo presente con la lealtad incondicional de una base integrada en buena medida por cristianos evangélicos, grandes empresas, terratenientes rurales, clases medias urbanas y sectores de la policía y las fuerzas armadas.
Desmintiendo las encuestas, Lula da Silva apenas aventajó en cinco puntos a Bolsonaro. Ahora Brasil está llamado a vivir una segunda vuelta de espanto. Lula sigue siendo el favorito, pero tendrá un margen de victoria más estrecho, lo cual puede dar lugar a reclamos de fraude y a la violencia. El desprecio de Bolsonaro por la democracia está bien documentado. Recuérdense sus esfuerzos para cambiar el sistema electoral del año pasado, así como sus constantes ataques a los tribunales. Como buen populista, se ensaña en contra de las instituciones de la democracia, en especial las destinadas a la organización supervisión y sanción de las elecciones. También intensifica el discurso de odio. Se han identificado a miles de sitios web dedicados a promover memes, fake news, rumores infundados e insultos de toda índole. Bien conocida es la actividad de un grupo conocido como “el gabinete del odio”, dirigido por un hijo del presidente. Bolsonaro también se ha esforzado en tratar de ganar el apoyo de las fuerzas armadas. El personal militar se ha beneficiado de aumentos salariales, planes especiales de pensiones y de vivienda. Más de seis mil oficiales en servicio y retirados ocupan puestos federales civiles.
El Bolsonarismo salió fortalecido de las urnas también porque la derecha logró triunfos y avances muy significativos en las elecciones al Congreso y a las gubernaturas. Ha logrado convencer a más de 50 millones de brasileños con un discurso militarista trufado de teorías de conspiración y discurso de odio. En efecto, Lula es el favorito para la segunda vuelta, pero ya no se puede descartar del todo una victoria inesperada de su adversario y, lo peor, el bolsonarismo, fuerza política relativamente informe hasta hace poco tiempo y el cual muchos creían definitivamente derrotado, sale reforzado de la primera vuelta y estará presente en la escena política brasileña por mucho tiempo más.
Fuente: contrareplica.mx