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Jueves, Noviembre 21, 2024

Bailarines rusos figuran entre los protagonistas del Festival Internacional de Ballet de La Habana

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La 28 edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana “Alicia Alonso” se llevó a cabo en la capital cubana del 28 de octubre al 10 de noviembre con la participación de artistas de más de 15 países.
Entre los participantes en el magno evento se encuentran los bailarines rusos María Iliushkina, Semyon Chudin, Irina Perren, Marat Shemiunov, Daniil Simkin, Mijaíl Kaniskin y el renombrado director y chelista Nikolay Shugaev.

Aunque días antes de su inauguración se registró un apagón eléctrico nacional e, incluso, el paso por el occidente de la isla del huracán Rafael mientras se desarrollaba el evento, el público capitalino disfrutó de diversidad de obras en los teatros Nacional y Martí.

Para Marat Shemiunov, bailarín del Teatro Mijaillovsky en San Petersburgo, el regreso a la mayor de las Antillas luego de cinco años constituyó un “doble placer, porque mantenemos el tradicional intercambio cultural y político entre los dos países” y refirió, asimismo, que desde hace 25 años interpreta junto a Irina Perren el pas de deux de Espartaco, una de las propuestas del festival.

Nos da mucha alegría regresar porque sabemos que el público de la isla es conocedor y agradecido. Somos admiradores absolutos de la escuela cubana de ballet. Puedo decirte con sinceridad que como bailarín e intérprete de la danza masculina para mí es de gran inspiración la destreza de los bailarines cubanos, entre ellos Carlos Acosta y Rolando Sarabia“, indicó a Sputnik.

Por su parte, Irina dijo para Sputnik que poco tiempo después de graduarse de la Academia Vaganova de Ballet participó en un evento internacional en Japón donde, entre numerosos representantes de la danza a nivel mundial, estaba el cubano Sarabia, “en aquella oportunidad Interpretó La llama de París y yo quedé prendada, fue un descubrimiento fenomenal”.

En esta ocasión, la agenda del festival incluyó 20 espectáculos en 10 días de funciones, con 36 nuevas obras, de ellas seis estrenos y 30 coreografías apreciadas por primera vez en la isla, de manera parcial o total.

Azari: “A Cuba la tengo como mi segunda patria”

Una de las figuras más significativas presentes en esta edición del festival es Azari Plisetski, bailarín, coreógrafo y maestro de ballet ruso, para quien este nuevo encuentro con la isla es un regreso “a mi hogar, porque a Cuba la tengo como mi segunda patria, me dejó tantas huellas durante 10 años que nunca olvido y siempre agradezco”.

En declaraciones a Sputnik, evocó su llegada por primera vez a la isla en 1963 y refirió que siempre lo sorprendió la hospitalidad y la voluntad de apoyo, “por eso cuando retorno aquí, lo hago con el deseo de ver a mis viejos amigos, son páginas de mi vida que continúo hojeando porque además veo el resultado de nuestro trabajo conjunto”.

Por entonces, Plisetski era una joven promesa del Ballet Bolshoi de Moscú y miembro de la ilustre familia Messerer, considerada como una de las más influyentes de la escuela soviética, no obstante, se sumó al ya constituido Ballet Nacional de Cuba y aportó repertorio, rigor académico, historia y entrega, “desde el escenario hasta la labor productiva en el campo”.

Cuando llegué encontré bailarinas muy bien preparadas, pero casi no había bailarines hombres. Mi mayor aporte fue ayudar a la elevación del nivel de la danza masculina. Al principio tuve que bailar con todas las primeras figuras femeninas. Para mí fue importante ser partenaire de Alicia Alonso. Tantas veces salimos juntos en el escenario y me hacía feliz serle útil a esa gran bailarina“, afirmó.

Refirió asimismo que la confluencia de repertorios y prácticas entre bailarines y compañías durante la década de 1960 determinó, como uno de sus “logros más grandes”, el ballet Carmen Suite, del cubano Alberto Alonso, versión con música de George Bizet y arreglos del ruso Rodion Schedrin, esposo de la gran ballerina rusa Maya Plisetskaia, hermana de Azari.

La obra, en la puesta del Ballet Nacional de Cuba, tuvo su primera presentación en el Teatro Bolshoi de Moscú el 20 de abril de 1967, con Maya en el rol titular, y el 1 de agosto de ese mismo año la prima ballerina assoluta Alicia Alonso lo estrenó en el Gran Teatro de La Habana.

De aquella época, cuando arribó a la isla como parte de los intercambios académicos entre La Habana y la antigua URSS, el artista ruso atesora también el apoyo y contacto con el público de la mayor de las Antillas, “ahora tuve que pronunciar las palabras de apertura del Festival de Ballet escuché nuevamente la ovación en la sala, los gritos de ‘Azari’ y eso me ha emocionado mucho”.

A su juicio, la principal diferencia entre los espectadores de la isla y los del resto del mundo es su “temperamento”, aspecto que resulta “una ayuda para el intérprete que está sobre el escenario, no solamente los aplausos, también el respeto por los silencios y su conocimiento sobre ese arte”.

En lo personal, confesó Azari, “me interesa transmitir mi experiencia a las nuevas generaciones de bailarines, ya he bailado bastante”; además, indicó su interés por visitar la Escuela Cubana de Ballet y apreciar nuevamente los resultados “de lo que hemos sembrado”.

La influencia de la escuela rusa

Miguel Cabrera, historiador, investigador y crítico de danza, recordó a Sputnik el surgimiento en 1931 de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, dirigida por el ruso Nicolai Yavorski, quien fue profesor de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y del también coreógrafo Alberto Alonso.

Alberto, el primer cubano estudiante de esta manifestación del arte, integró en 1935 el ballet ruso de Montecarlo, tras lo cual resultó además el primer cubano en ejercer de manera profesional como bailarín. En esa agrupación que asumió la herencia de los ballets de Serguéi Diáguilev conoció a otras figuras de la nación euroasiática como Mijaíl Fokin y George Balanchine.

Mientras, Alicia y su esposo Fernando Alonso viajan a Estados Unidos, “trabajan en la formación de un bailarín cabal”, integran varias compañías como el American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet, e intercambiaron con personalidades como Fokin, Balanchine, Leonide Massine, Bronislava Nijinska e Igor Youskevitch.

El 28 de octubre de 1948, Fernando, Alberto y Alicia fundaron el hoy Ballet Nacional de Cuba (BNC), dirigido actualmente por Viengsay Valdés y declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2018; además, tomaron de todas las escuelas existentes para la conformación de una metodología criolla, a partir de “nuestra idiosincrasia, físico y clima”.

Alicia resultó la primera bailarina occidental en ser invitada a bailar en la antigua Unión Soviética y la primera representante latinoamericana en el Ballet del Teatro Bolshoi de Moscú y el Kirov, en Leningrado (actual San Petersburgo), en 1957 y 1958 respectivamente.

Bailó en Riga, Letonia, donde también enseñó la rusa Alexandra Fedorova, una de sus grandes maestras en EEUU, y adquiere la experiencia del fenómeno técnico y la proyección social del ballet de la antigua URSS, que contaba con gran apoyo estatal. Algo muy importante para ella porque meses antes, en 1956, la dictadura de Fulgencio Batista había destruido el ballet cubano“, evocó.

En esos encuentros compartieron con personalidades de la danza como Galina Ulánova, Marina Semiónova, Olga Lepeshínskaya y Maya Plisetskaia, y tuvieron esa vivencia “respecto a cómo incluían el folclore, expresaban su temperamento y destreza con un color, acento y motivación diferente”.

Por supuesto, luego del triunfo de la Revolución Cubana en 1959 aumentó esa colaboración entre la mayor de las Antillas y la Unión Soviética, “existió siempre una gran cercanía y fraternidad”.

Tras la creación de la primera escuela de ballet en la década de 1960 acudieron numerosos profesores, con gran conocimiento sobre las llamadas danzas históricas o de carácter y también alumnos cubanos viajaron a Europa del Este para aprender sobre esa técnica, entre ellos, Lilian Padrón, actualmente directora de la compañía Danza Espiral de Matanzas.

Respecto al Festival, Cabrera indicó que sus comienzos datan de 1960 y como un gesto de deferencia a la relevancia de la escuela soviética, Alicia Alonso cedió su inauguración a dos estrellas del Bolshoi de la época: Nina Timofeeva y Boris Khokhlov.

Fuente: SPUTNIK

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