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Martes, Diciembre 3, 2024

Allende, su último combate. Por Carmen Esquivel

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Cincuenta años después, el golpe de Estado aún conmueve a la sociedad chilena; todavía están en la retina las imágenes del bombardeo al Palacio de La Moneda y de la puerta Morandé 80 por donde sacaron el cuerpo sin vida del presidente Salvador Allende.

Muchos libros se han escrito acerca de este momento tan oscuro de la historia y también son variadas las teorías sobre la muerte del mandatario, que llevaron a los investigadores a exhumar dos veces sus restos para esclarecer las circunstancias del deceso.

Dos testigos de aquellos acontecimientos, Juan Osses (Silvio), uno de los pocos sobrevivientes del ataque al palacio presidencial, y Rodrigo Toledo (Boris), quien estuvo en la defensa de la residencia del dignatario, ofrecieron su testimonio a Prensa Latina sobre el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular.

El 11 de septiembre de 1973 Allende recibió la noticia de una sublevación de la Armada en Valparaíso e inmediatamente se dirigió a La Moneda en su automóvil Fiat 125, acompañado del Dispositivo de Seguridad Presidencial, conocido popularmente como el Grupo de Amigos Personales (GAP).

Llegó a la sede del Gobierno pasadas las 7:30 am. Vestía una chaqueta escocesa y un pantalón color gris plomizo y cargaba un fusil AK-47.

“Allende ya sabía que el golpe iba a venir. Unos 15 días antes nos reunió a toda la escolta en la Casa del Cañaveral, ubicada en la precordillera de Santiago”, recuerda Silvio, exintegrante del GAP.

“Allí nos manifestó que el golpe estaba en marcha y nosotros éramos la única estructura que estaba armada las 24 horas del día. Por lo tanto, teníamos que bajar a La Moneda y defenderla hasta que el pueblo se movilizara». Y después agrega: «si a mí me sacan, es culpa de ustedes».

“Y yo le pregunté: ¿Compañero, quiere decir que vamos a ser la carne de cañón? Y responde: Sí, vamos a ser la carne de cañón. Nos quedó claro. Él moría y moríamos todos”.

SALVADOR GUILLERMO ALLENDE GOSSENS

Graduado de médico cirujano en 1932 en la Universidad de Chile, Salvador Allende fue fundador del Partido Socialista y a lo largo de su vida ocupó diversas responsabilidades, entre ellas, ministro de Salud, diputado, senador en seis ocasiones y presidente de la Cámara Alta.

El doctor, como le decían sus compañeros, fue candidato a la presidencia en 1952, 1958, 1964 y 1970. En esta última elección venció con el 36 por ciento de los votos, por lo que debió ser ratificado por el Congreso Nacional.

Cuando triunfa Allende, la decisión del imperialismo norteamericano y de la derecha chilena fue impedir que asumiera el cargo, recuerda Rodrigo Toledo (Boris), exmiembro del GAP.

“Entraron armas a través de la valija diplomática, mataron al comandante en jefe del Ejército, René Schneider, con la idea de generar una respuesta de las Fuerzas Armadas y que éstas dieran un golpe de Estado para evitar la llegada de Allende a la presidencia”, afirma Toledo.

Documentos secretos desclasificados posteriormente muestran cómo el presidente de Estados Unidos en ese momento, Richard Nixon, pedía a su secretario de Estado, Henry Kissinger, “hacer gritar a la economía” chilena.

“Estábamos condenados a muerte y creo que el presidente Allende lo tenía claro, que su gobierno no iba a terminar, porque el programa de la Unidad Popular de las 40 medidas era muy revolucionario, muy radical, y no iban a permitir que se llevara a cabo”, declara Boris.

A pesar de ello se cumplió la reforma agraria, se nacionalizaron la banca y los recursos naturales, entre ellos, el cobre, y fueron creados planes vacacionales para los trabajadores, entre otros beneficios.

Si bien el primer año de gobierno fue muy bueno, la derecha hizo todo para liquidar la economía y en el segundo año comenzó a notarse la presión de las medidas de bloqueo, las clases acomodadas empezaron a ocultar los alimentos para generar una crisis y desde ese punto de vista lo lograron.

VAMOS TODOS A LA MONEDA

“Se esperaba que el golpe fuese el 19 de septiembre, Día de las Fuerzas Armadas, cuando se reunían muchos batallones y destacamentos en Santiago de Chile para el desfile”, recuerda Silvio.

“El 11 nuestro compañero Allende iba a inaugurar una exposición antifascista en la antigua Universidad Técnica del Estado, que ahora es la Universidad de Santiago de Chile, y a la vez daría un discurso donde llamaría a un plebiscito.

“Yo había estudiado y trabajado allí y los compañeros que preparaban el operativo me llamaron para que los ayudara. Después nos fuimos a acostar y como a las 5:30 o 6:00 de la mañana nos despiertan y nos dicen: Compañeros, abajo, comenzó el golpe, todos con sus armas de combate. Nos vamos todos a La Moneda.

“Bajamos en auto y algunas camionetas, entramos raudamente en el palacio, empezamos a distribuirnos para la defensa, la guardia de carabineros abandona La Moneda y nosotros nos fuimos a los arsenales a buscar más armas, cosa difícil porque había francotiradores en los edificios de al lado.

“Sacamos fusiles, sacos de cargadores, máscaras antigases que era un tema crucial ahí, se repartió todo y comenzó la confrontación. Así se inició el día”.

ENCUENTRO CON ALLENDE

“Allende estaba en el segundo piso. Yo no estaba al lado de él. Bueno, yo era un artillero, como se decía, y en este caso mi misión era defender posiciones que mi jefatura me ordenaba”, declara Silvio.

“Lo vi en un momento y es cuando muere el “Perro Olivares” (Augusto Olivares), que era en ese momento director de la televisión nacional.

“Parto al tiro al lugar donde se suicidó y estaba tendido en una camilla, con su ametralladora, lleno de sangre. Al lado de él, con una rodilla en el suelo, se encontraba nuestro presidente con su casco y su Kaláshnikov.

“Ahí lo vi tranquilo. Seguramente muy dolorido porque Olivares era uno de sus grandes amigos. Esa fue la única oportunidad que lo vi porque después él vuelve arriba y nosotros seguimos con nuestra dinámica de combate abajo hasta que llega el bombardeo.

“A medida que caían las bombas el edificio se movía, saltaba, se incendió y se llenó todo de humo. Era una monstruosidad lo que aguantaba a pesar de la intensidad del fuego.

“Hubo una posibilidad de sacar a nuestro compañero presidente por el edificio de Obras Públicas que estaba al frente, de ahí cruzar hacia el Banco Central, salir a la calle Bandera y partir hacia el sur donde estaban las fuerzas del aparato militar del Partido Socialista.

“Se armó la columna, se puso a Allende al centro, se abre la puerta y de repente sale alguien del otro lado y dice: Paren, paren, las puertas están cerradas con candados y cadenas y no encontramos como abrirlas.

“Ahí el compañero Allende escuchó eso y dijo: Todos para atrás, todos para atrás y nos devolvimos. Esa fue la única posibilidad que hubo de romper todo, salir hacia el sur de Santiago e iniciar un foco de resistencia mayor”.

LA CASA PRESIDENCIAL DE TOMÁS MORO

El golpe de Estado en Chile fue perpetrado por el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y el Cuerpo de Carabineros, en contubernio con la oligarquía, el Partido Nacional, sectores de la Democracia Cristiana, el gobierno de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Augusto Pinochet, quien unos días antes había sido nombrado por Allende como comandante en jefe del ejército, encabezó la asonada que dio paso a una dictadura de 17 años, durante la cual se cometieron más de 40 mil delitos de lesa humanidad, entre torturas, asesinatos y desapariciones.

El 11 de septiembre Rodrigo Toledo (Boris) estaba en la casa de El Cañaveral y La Payita (Miria Contreras), secretaria personal del presidente, le pidió que despertara a la gente.

“Bajamos a la Casa Presidencial de la calle Tomás Moro, en la comuna de Las Condes, y ya Allende se había ido para La Moneda con una escolta muy pequeña.

“A un grupo nos pidieron quedarnos allí para resguardar la residencia porque obviamente teníamos claro que la iban a atacar”.

“Me dieron la misión de trasladarme a un campamento muy pobre que se llamaba Ho Chi Minh, donde había una fuerte presencia de militantes socialistas y de ahí vinieron en unas tres camionetas unos 20 compañeros para ayudar en la defensa.

“En la casa había también un grupo de mujeres, que eran las encargadas de comunicaciones, las telefonistas y las que trabajaban en otros espacios.

“A la esposa del presidente, Hortensia Bussi (Tencha) la sacó un policía que estaba de custodio y la llevaron a la casa de un amigo de la familia, Felipe Herrera, un economista muy importante que fue presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.

“Allí nos bombardearon, están las fotos, usted las puede googlear, están los videos y los testimonios, y la casa estaba rodeada de infantería del ejército.

“En Tomás Moro no hubo muertos, solo heridos leves. El bombardeo desde ese punto de vista fue bastante ineficiente y nosotros tampoco tumbamos ningún avión».

¿SUICIDIO O MAGNICIDIO?

Yo no me di cuenta de que había caído La Moneda, recuerda Silvio. “Estaba aislado arriba y cuando me quedé sin tiros comencé a bajar y ahí veo que está tomado el primer piso. Me agarro con unos militares y me sacan a patadas por la puerta de Morandé 80, caigo de espaldas en la calle y ahí hay otros compañeros.

“Cuando estábamos allí tirados, con un tanque amenazando con pasarnos por encima, el que estaba a mi lado me dice: Silvio, el doctor ha muerto. La misión ha terminado. No me dijo más nada, tampoco había tiempo para más”.

Sobre la muerte de Allende se escribieron numerosos libros con hipótesis diferentes, desde el suicidio hasta el magnicidio, lo cual dio paso también a varias investigaciones, la última de ellas en 2011 a cargo del reconocido juez Mario Carrozas, que incluyó una nueva exhumación del cadáver.

El resultado confirmó la teoría del suicidio y los expertos concluyeron que la presencia de dos salidas de bala en el cráneo se debía a que el arma estaba en estado automático.

“Yo participé en esa investigación que hizo el ministro Carrozas, que a mí en lo personal me ofrece bastante confianza en el tema de los derechos humanos, y él me preguntó: ¿Profesor, entre nosotros, qué opina usted?”.

“Y yo le dije: Mire ministro, la verdad es que nuestro compañero presidente dijo en un discurso en el Estadio Nacional que él había llegado a la presidencia por el voto popular y que La Moneda era un símbolo del pueblo y, por lo tanto, solo muerto lo sacarían de ahí. Bueno, él cumplió. Con eso me quedo”.

Con esa opinión coincide Boris, quien añade que en sus discursos Allende siempre dijo que en caso de un golpe de Estado nunca iba a rendirse o salir huyendo de La Moneda.

“Eso no lo haría por nada del mundo con la alta concepción que él tenía de la figura del presidente de la República, y efectivamente el 11 de septiembre, cuando ocurrieron los hechos, cumplió su palabra”, asegura.

La Payita, única mujer que estuvo allí hasta el final, y los doctores que estaban en el palacio también afirmaron que Allende se había suicidado.

“A mí esa discusión sobre si se mató o lo mataron me parece inútil a esta altura de la historia porque en los hechos la intención siempre fue matarlo, y Allende se tenía un gran aprecio a sí mismo, tenía un gran respeto por la figura de la presidencia, y jamás se iba a dejar atrapar”, afirma Boris.

El exmiembro del GAP recuerda el diálogo entre Augusto Pinochet y Patricio Carvajal, quienes desde diferentes puntos estaban dirigiendo el golpe, donde planteaban que la idea era eliminar a Allende, si no en el mismo momento, cuando lo montaran en un avión que se cayera.

“Cuando atacan La Moneda con tanques, cañones y aviones obviamente que la idea era matar al presidente. Entonces, Allende murió en combate y para mí que él se haya autoeliminado cuando iba a ser capturado por el enemigo es un acto de alta connotación heroica y no le quita nada a la grandeza de su figura”, expresa.

Para comprender mejor el pensamiento de Allende, es bueno rememorar su último discurso a la nación cuando afirma:

“Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo… Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Para El Maipo, Carmen Esquivel, Jefa de Corresponsales de Prensa Latina para Chile.

Colaboraron Amelia Roque, Editora Especiales de Prensa Latina / PL

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