Por Jorge C.A.
Después de años de negociaciones, la Unión Europea podría sellar un tratado de libre comercio con el Mercosur, al menos esa es la apuesta de Brasil, de Alemania y de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quienes buscaron en la cumbre del G20 acelerar las negociaciones. Pero el panorama es complejo. Durante más de dos décadas, la Unión Europea (UE) y el Mercosur han estado negociando un acuerdo de libre comercio que involucra a una treintena países, 720 millones de personas y aproximadamente el 20% de la economía mundial.
La dilatada negociación, que comenzó en 1999, prevé, entre otras cosas, la exención o reducción de impuestos de importación de bienes y servicios producidos en ambos bloques. Tras dos décadas, los dos bloques alcanzaron un principio de acuerdo comercial en 2019, pero que sigue sin ratificarse, debido, entre otros asuntos, a exigencias irrenunciables europeas en materia de medio ambiente y a la oposición frontal de los agricultores.
Centenares de organizaciones en todo el mundo instan a los responsables políticos a rechazar el acuerdo UE-Mercosur por sus repercusiones ambientales y en los derechos humanos. En su declaración, los colectivos firmantes sostienen que el acuerdo pone en riesgo a las personas, a la democracia y al planeta, beneficiando a las grandes corporaciones.
El informe “El tratado UE-Mercosur y la expansión de los biocombustibles” donde se centra en la demanda de soja y caña de azúcar para carburantes.
Frente a un posible e inminente acuerdo político sobre el tratado de comercio entre la UE y el Mercosur, Ecologistas en Acción, junto con numerosas organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales y otros grupos sociales de América Latina y de la UE, han exigido el fin de las negociaciones del acuerdo comercial UE-Mercosur. Negociado a puerta cerrada, este acuerdo carece de participación pública o escrutinio.
Un acuerdo “tóxico” que penaliza a los agricultores y el medio ambiente
Según las organizaciones firmantes, este acuerdo agravará el intercambio desigual entre el Sur y el Norte global, “perpetuando las estructuras comerciales neocoloniales”. Promueve modelos agrícolas que desplazan a pequeños/as agricultores/as y comunidades indígenas, al tiempo que impulsan las exportaciones de agroquímicos tóxicos, incluido aquellos prohibidos en la UE. Tal y como afirma la declaración publicada, estas prácticas agrícolas , incluyendo la ganadería industrial, amenazan la soberanía alimentaria y el bienestar animal en ambas regiones.
“El acuerdo UE-Mercosur es un veneno para la biodiversidad y las comunidades rurales en el Mercosur. Impulsará las exportaciones de pesticidas tóxicos desde Europa a los países del Mercosur, incluidos productos químicos prohibidos en la propia UE. Este acuerdo agrava las desigualdades sociales y ambientales, fomentará la deforestación, acelerará la crisis climática y violará los derechos humanos”, ha afirmado Francisco Vladimir Silva, miembro de Jubileo Sur Brasil y el Frente Brasileño contra el acuerdo UE-Mercosur.
Coincidiendo con la declaración de las organizaciones sociales y ambientales,se ha publicado el informe “El tratado UE-Mercosur y la expansión de los biocombustibles. La demanda de la soja y la caña de azúcar como materias primas”. El texto pone de manifiesto los riesgos socioambientales asociados al acuerdo UE-Mercosur y la expansión de estos biocombustibles.
“Los biocombustibles producidos a partir de la soja y la caña de azúcar son de todo menos sostenibles”, afirma el informe. Sin embargo, en la actual Directiva de Energías Renovables de la UE (RED III) los biocombustibles fabricados a partir de estas materias primas son considerados “combustibles renovables” para alcanzar los objetivos de descarbonización del transporte. Tanto la UE como el Gobierno español siguen sin eliminar el biodiésel de soja, pese a que genera dos veces más emisiones que el diésel convencional, debido a la deforestación asociada.
Ecologistas advierten que “ante las lagunas legislativas existentes, que no permiten frenar los impactos de estos monocultivos, la firma del acuerdo podría aumentar su expansión. En nuestro informe analizamos los impactos en Brasil y Argentina de las industrias de la soja y la caña de azúcar para la producción de biocombustibles para suplir una creciente demanda de estos carburantes en Europa”.
Enlace a la declaración completa y al listado de firmantes.
El Maipo/Ecoticias
