(Rabat) Marruecos celebró hoy la consagración de Achraf Hakimi, elegido Balón de Oro Africano 2025, una distinción que devuelve al país la grandeza continental que no tocaba desde la era de Mustapha Hadji.
La noche en Rabat se abrió como un telón púrpura, y en el centro del escenario, bajo los destellos de luces, emergió Hakimi con la serenidad de quien ha sobrevivido a sus propias sombras. Las ovaciones confirmaron lo que todo el continente murmuraba desde hace meses: el lateral marroquí había convertido la temporada en su reino y la cancha en su desierto conquistado.
Con 27 años recién cumplidos, Hakimi llegó a la gala de los Premios CAF como un atleta renacido. Su campaña —tejida con títulos europeos, liderazgo indiscutible y una clasificación memorable al Mundial— cimentó un veredicto casi poético: Marruecos volvía a tener un rey.
La ceremonia, bañada de emoción y tradición, también reconoció a otras figuras del país: la indomable Ghizlane Chebbak como mejor jugadora africana, el guardián Yassine Bounou como mejor portero, la selección sub-20 como orgullo emergente y el joven Othmane Maamma como promesa del mañana. Fue una noche en la que el fútbol marroquí, de la raíz al fruto, brilló con un fulgor que parecía imposible abarcar con los ojos.
Nasser Al Khelaïfi, presidente del PSG, sentenció lo que muchos sienten: “Achraf es el mejor de África, sin duda alguna”. Y en Rabat, mientras el trofeo levantado devolvía destellos dorados a todos los rincones, se hizo evidente que el continente entero había encontrado en Hakimi un símbolo para su futuro.
El Maipo/PL



