El cura que bajo su sotana viste uniforme, pronto cumplirá 90 años.
No fue un personaje que haya pasado inadvertido en aquellos años, todo lo contrario. Tuvo espacio para decir lo que él consideraba necesario, no fue objeto de censura, habló a su regalado antojo, y por aquello, no fueron cerrados los diarios con sus opiniones o las radios desde las cuales hacía interminables llamados a defender el país del comunismo. Para él, existía y existe la absoluta libertad de prensa.
Hasbún, el Torquemada de la dictadura, cura con principios desenterrados de la Santa Inquisición, convirtió su pasión por Cristo en una herramienta para combatir el ateísmo, condenar al fuego eterno a la brujería de los marxistas, leninistas, humanistas y a todo quién se opusiera a sus dogmas e intereses.
Hasbún, el protegido por la misma congregación shöenstattiana a la que pertenece J.A. Kast y el recordado y “célebre” obispo pedófilo José Francisco Cox Hunneus, encuentra aquí sus aliados para iniciar una cruzada como las de antaño, pero esta vez, contra el gobierno popular y el Presidente Allende.
“Los pobres son una mentira y engendros creados por la izquierda para socavar el sistema democrático” decía en el borde de alguna cornisa de la razón.
Los años han pasado pero quedan sus opiniones en algunos casos como rayados en la muralla y en la memoria de generaciones y generaciones de niños y niñas que se educan revolcados en el odio divino de Hasbún y sus secuaces allá en la cota mil.
La derecha lo apoyaba, le era útil para asustar a los católicos que por años habían escuchado que sus hijos serían llevados a la URSS y que los tanques rusos llegarían hasta La Moneda.
Nosferatu habitaba en las espetas soviéticas. Los rojos socialistas/comunistas/miristas cerrarían para siempre los colegios católicos, llevarían a los curas a la hoguera y sus monjas violadas serían las esclavas futuras de obreros y pordioseros.
Raúl Hasbún es un cura asesino y en el sentido literal del término. El “Plan Cochayuyo” desarrollado en Concepción, acabó con la vida de Raúl Henríquez González, trabajador asesinado por Patria y Libertad el 18 de marzo de 1973 en el cual el cura junto a Michael Townley (agente de la CIA) se encuentran vinculados.
Entregó a los gorilas las bendiciones para que pudieran alcanzar la victoria en contra de todo aquello que atentara al empresariado y banqueros, terratenientes y también para esconderse en oscuros pasajes sus abusos sexuales, es decir una mezcla de pervertido y escuchador de su correligionario y amigo Jaime Guzmán.
Trabajaron juntos en Patria y Libertad.
Raúl Hasbún participó activamente, fue un furibundo colaborador de Patria y Libertad. Justificó el símbolo de la araña hasta convertirla en un estandarte instalándola en los muros de casi todas las iglesias. Gilmoer Vicario Castrense otro destacado anticomunista, no tuvo absolutamente ningún decoro para bendecir los sables de algunos oficiales aquel fatídico día 11. Repartió hostias a diestra y siniestra y después partió a esconderse.
Vayan al combate, Dios y su único hijo están con ustedes y admiran su justa causa.
No hay peor cobardía que la de esconderse bajo las sotanas y en el sentido literal del término. Mientras su hermano sacerdote Joan Alsina era fusilado en el Puente Bulnes, y Hasbún manifestaba que bien muerto estaba.
De Antonio Llidó un detenido desaparecido, dijo que era un mirista/terrorista y que debía pagar sus pecados por abandonar el evangelio. Ambos curas y otros tantos optaron por la Teología de la Liberación, es decir bajar el reino de Dios a la tierra.
Raúl Hasbún quemó su púlpito, sotana, su sacristía y su confesionario. Terminó quemando todo.
Hasbún se escondió de los dignatarios de la iglesia católica que desde la Vicaria de la Solidaridad junto a otras confesiones defendían la vida, y buscaban a los que eran secuestrados por la DINA que bajo el mando de Contreras actuaban como una jauría en busca de presas que eran chilenos sencillos, obreros y maestros, trabajadoras y maestras, músicos y pescadores, pueblos originarios y estudiantes.
Raúl Hasbún estaba escondido por estos tiempos y cuando la luz lentamente se instala para dar el espacio a la memoria el espejo le dice cada mañana que es el peor de los apóstoles, una rata que no merece hablar ni defender al que cargó la dura cruz hasta llegar al Monte Calvario.
En la iglesia católica también existen los conversos.
Su evangelio inventado, ese que predicó lleno de odio furioso se convirtió en palabras que decía eran justas, sencillamente se constata una larga fila de falacias. Amenazar de infierno el paso del hombre por la tierra hace muchos fue superado por el conocimiento y el derrumbe de los dogmas.
Una victoria del conocimiento.
Ya viejo sus amigos no lo van a visitar, ni de dos en dos ni de tres a cuatro como dice la canción. Algunos habitan Puntapeuco esperando les llegue la hora, aunque esa pausa del reloj debería llegar en Colina 1. Largo es el historial de Hasbún Zaror, imputado además de delitos sexuales, pero con lo escrito ya es suficiente. Hace más de dos mil años el de la cruz pidió perdón por no saber lo que hacían, la iglesia aún debe pedirlas porque uno de sus pares se dio el regalado gusto de agredir al hombre y sus derechos…allá ellos.
Por Pablo Varas, escritor y profesor, chilote y melipillano.
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