En cadena nacional, el pasado jueves 20 de abril, el presidente Boric presentó la Estrategia Nacional del Litio, que considera los siguientes aspectos centrales: la creación de una Empresa Nacional del Litio; explorar, explotar y agregar valor al producto; desarrollar nuevas tecnologías de extracción de litio orientadas a reducir los impactos en los salares y sus ecosistemas; desarrollar productos con valor agregado y considerar la participación y el cuidado de las comunidades que circundan las faenas. Además, el gobierno encomendará a Codelco las tratativas con SQM, que actualmente tiene los derechos de explotación en el salar de Atacama hasta 2030.
Como mencionó el presidente en su alocución, avanzar hacia el desarrollo de una Empresa Nacional del Litio, es una gesta solo comparable a la nacionalización del cobre impulsada por los presidentes Frei Montalba y Salvador Allende, quienes contribuyeron a modelar un Chile socialmente más justo y democrático. De hecho, Chile no tendría hoy un agro diversificado, moderno y competitivo sin la reforma agraria impulsada mayormente bajo los gobiernos de estos dos presidentes. Sin esos encomiables esfuerzos, la estructura económica agraria chilena habría seguido siendo sencillamente atrasada y semifeudal, algo que no le gusta que se le recuerde a nuestro empresariado.
Pasos como la reforma agraria, la industrialización del país impulsada a partir del gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda y la nacionalización del cobre, contribuyeron a sentar las bases de un incipiente Estado Social, posteriormente arrasado por la dictadura cívico-militar y su inclinación fanática e hiperideologizada por el predominio del mercado sobre las variables sociales, el medio ambiente y las comunidades.
La propuesta del gobierno plantea una alianza público-privada con predominio del primero – como debe ser- con el objetivo de desarrollar este recurso clave para la transición energética mundial, cautelando el interés nacional, el medio ambiente y el respeto a las comunidades locales donde se encuentra el litio.
Sin embargo, tan pronto como el Presidente dio a conocer los lineamientos estratégicos que guiarán sus acciones en este propósito, los mismos que contribuyeron al deterioro de la política a través del financiamiento ilegal de esta actividad, comenzaron a buscar las cuñas comunicacionales para horadar la propuesta presidencial.
Contrariamente a esos intereses mezquinos, el Presidente Boric ha hecho bien en avanzar en una Estrategia Nacional del litio, una industria clave para la transición hacia una economía más limpia y sostenible a nivel global y esencial para allanar recursos a las arcas fiscales con el propósito deliberado de resolver los graves problemas sociales y medioambientales que el neoliberalismo extractivista le ha causado al país. En dicha función, tanto como el Estado, la política con altura, son las piezas clave.
Sin ninguna duda, el Estado está llamado a ejercer un mayor control sobre los recursos naturales del país, porque es el modo más efectivo de asegurarse de que la riqueza producida por la explotación del recurso vaya en beneficio de toda la población y no solo del lucro privado. Por otro lado, al igual que todas las demás riquezas naturales que posee el país, el litio es finito y, por tanto, debe ser atesorado para garantizar una sobrevivencia digna de las nuevas generaciones.
Esto requiere una visión más a largo plazo, centrada en el interés nacional, con el fin de canalizar la inversión necesaria en tecnologías más eficientes y limpias para la extracción y procesamiento del litio, beneficiando con ello al medio ambiente y la economía en general, formando capital humano en nuevas competencias y conocimientos, y generando encadenamientos productivos. Cuidar y proteger a las comunidades que circundan los salares será siempre un motivo de respaldo.
El país cuenta con los conocimientos y las capacidades esenciales para desarrollar esta industria. Enami y Codelco, empresas a las que el presidente ha mandatado para liderar este proceso, son empresas competentes, eficientes y con capacidades ya instaladas. Sin embargo, la derecha política y el partido empresarial no dudarán en atacarlas de la misma manera en que han desacreditado lo público en los últimos 50 años.
Por eso, no es sorprendente que en lugar de tomar la propuesta presidencial como punto de partida para dialogar con altura de miras respecto al país que necesitamos construir, o más específicamente en la alianza público-privada que se necesita para desarrollar o comprar las tecnologías que mejor sirvan a un propósito-país como lo es hoy el litio, el gran empresariado chileno ha optado, una vez más, por concentrar la mirada en sus propios intereses y en la cuota que mejor se avenga a ellos. El país no se construye colocando chapitas de nuestra bandera en las solapas, mientras al mismo tiempo se le priva al Estado de su rol esencial de cautelar las riquezas que son de todos los chilenos.
Por lo mismo, al ser este un asunto de alcance nacional y estratégico para los intereses de Chile y sus habitantes, la Estrategia Nacional del litio incumbe no solo a los empresarios y al Estado. Este es también un asunto que incumbe a toda la sociedad y a las trabajadoras y trabajadores que cumplen funciones en esta industria.
En particular, es preciso considerar, desde la fase de inicio, los intereses de los trabajadores y trabajadoras de la industria del litio, en relación a su estabilidad laboral y al ejercicio pleno de sus derechos laborales y sindicales.
Asimismo, un paso innovador, moderno y constructivo para las relaciones laborales, es que quienes engrosen la fuerza laboral de esta industria, puedan elegir representantes en los directorios de las empresas e instituciones que surjan de la implementación de la Estrategia, de manera de garantizar la participación de las trabajadoras y trabajadores en las instancias de toma de decisiones.
Litio para Chile significa redistribuir riqueza y construir un mejor país.
Para El Maipo, Carlos Cerpa Miranda, *Ex concejal y ex director laboral Banco del Estado. Colaborador de El Maipo.
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