Viernes, Noviembre 21, 2025

La FAO y su reto de eliminar el hambre en un mundo en crisis

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(Roma) La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), creada en 1945, tiene entre sus principales objetivos poner fin al hambre en el mundo, propósito difícil de lograr en medio de la grave crisis que enfrenta el planeta.

Por Oscar Redondo

En una ceremonia efectuada el pasado 16 de octubre en la sede de ese organismo, en Roma, para conmemorar el aniversario 80 de esa institución, su actual director general, el experto chino Qu Dongyu, reconoció que 673 millones de personas aún enfrentan ese flagelo, cifra que equivale el 8,2 por ciento de la población mundial.

Recordó en su discurso que esa organización nació en medio de “la devastación” tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y “nuestros fundadores compartieron una visión sencilla: trabajando juntos podemos vencer el hambre”.

Se refirió a avances significativos de la FAO respecto a sus primeros años, cuando dos tercios de los habitantes del mundo padecían de desnutrición, pero reconoció que la situación es aún muy preocupante, y precisó que a ese mal se suma la inseguridad alimentaria, que afecta a dos mil 300 millones de personas.

“Durante ocho décadas, la FAO ha trabajado codo a codo con naciones, agricultores, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, científicos y empresarios, todos unidos por una misma creencia: que los alimentos pueden ser la base de la paz, la dignidad y la prosperidad compartida”, subrayó Qu.

Llamó a fortalecer la colaboración internacional “para construir un futuro pacífico, sostenible, próspero y dotado de seguridad alimentaria” y resaltó la importancia de “un trabajo en equipo, entre gobiernos, organizaciones, sectores y comunidades”.

En una entrevista concedida a Prensa Latina, la embajadora de Cuba en Italia, Mirta Granda, quien es además la representante permanente de su país ante organismos de Naciones Unidas con sede en Roma, entre ellos la FAO, reconoció que desde su creación esa institución jugó un papel fundamental en la lucha contra el hambre y la desnutrición.

“Su liderazgo técnico, capacidad de generar conocimiento y su acompañamiento a los Estados Miembros, resultan vitales para avanzar hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles”, argumentó.

Por otra parte, según afirmó, la FAO “ha sido también un espacio de diálogo y concertación entre países en desarrollo, facilitando la cooperación Sur-Sur y triangular, como herramientas efectivas para compartir experiencias, tecnologías y conocimientos”.

En el Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, publicado este año por Naciones Unidas, se señala que “desde 2020 la inflación de los precios mundiales de los alimentos viene superando a la inflación general”, lo que evidencia las presiones a las que están sometidos los mercados agrícolas.

“Pese a que la producción mundial de alimentos es suficiente, millones de personas pasan hambre o están malnutridas porque los alimentos inocuos y nutritivos no están disponibles, no son accesibles o, lo que es más frecuente, no son asequibles”, denuncia ese reporte.

Esta realidad amenaza la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS 2) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, de Hambre Cero, y de una mejor nutrición, además de a la totalidad de las metas de ese plan, al incidir en la salud y medios de vida de las personas, así como en la estabilidad de los sistemas agroalimentarios mundiales.

Los datos contenidos en ese análisis muestran cómo la elevada inflación mermó en muchos países el poder adquisitivo y el acceso a dietas saludables, sobre todo entre las poblaciones de ingresos bajos.

Se documenta la vinculación entre la inflación alta de los precios de los alimentos y los aumentos de la inseguridad alimentaria y la malnutrición infantil.

Como elemento positivo se destaca que, pese al ascenso de los precios de los alimentos durante 2024, el número de personas que no podían permitirse una dieta saludable en el mundo bajó de dos mil 760 millones en 2019 a dos mil 600 millones.

Sin embargo, en los países de ingresos bajos, la cifra creció de 464 millones en 2019 a 545 millones en el pasado año, para un 72 por ciento de la población, mientras que en las naciones de ingresos medianos bajos (excluida la India), el número pasó en ese período de 791 a 869 millones, poco más de la mitad de los habitantes.

Los grupos vulnerables, incluidos los hogares de ingresos bajos, las mujeres y las comunidades rurales, se afectan por el aumento en los precios de los alimentos, lo cual comporta el riesgo de reveses en la lucha contra el hambre y la malnutrición.

La cifra actual de 673 millones de personas que padecen hambre en el mundo significa una disminución de 22 millones en comparación con 2022, pero los expertos de la FAO aprecian que 512 millones la seguirán sufriendo en 2030, el 60 por ciento de ellas residentes en países africanos.

Nos enfrentamos a una oportunidad y una responsabilidad sin precedentes para transformar colectivamente los sistemas agroalimentarios globales para que sean más eficientes, más inclusivos, más resilientes y más sostenibles”, manifestó el director general al repasar los retos de la FAO tras ocho décadas de creada.

“La transformación requiere inversión, y no solo más inversión, sino una inversión mejor focalizada y a más largo plazo”, añadió Qu, quien consideró además que los niveles actuales de financiación son insuficientes y, a menudo, no se ajustan a las prioridades nacionales.

De hecho, una parte del V Foro Mundial de Alimentación, que sesionó en la capital italiana del 13 al 17 de octubre último, se dedicó al fomento de las inversiones, y se presentaron oportunidades por valor de 17 mil 200 millones de dólares, correspondientes a 31 países, además de seis iniciativas regionales.

El máximo representante de la FAO lamentó el hecho de que, aunque el mundo produce suficientes alimentos, la disponibilidad, accesibilidad y asequibilidad de los mismos “no son iguales para todos”, y enfatizó que “el hambre no conoce fronteras” y “el desafío de la seguridad alimentaria exige unidad entre las naciones y entre las personas”.

“La lucha contra el hambre no se trata solo de alimentos, sino de dignidad y de nuestra humanidad compartida”, por lo que debe aspirarse al logro de “una sociedad más justa, donde los pobres y los más vulnerables no sean descartados ni ignorados, sino que sean el foco de nuestros esfuerzos conjuntos”, apuntó.

En un mensaje de video dirigido a los asistentes a esta conmemoración, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, resaltó que continúa vigente el desafío de lograr un mundo libre de hambre y de malnutrición, donde la alimentación y la agricultura contribuyan a mejorar de forma sostenible los niveles de vida de todas las personas.

“A lo largo de estas ocho décadas, el mundo se ha vuelto más complejo, injusto y riesgoso para decenas de millones de seres humanos, como consecuencia de las guerras, el cambio climático y las brechas cada vez más anchas entre los que tienen y los que no tienen”, indicó el mandatario.

Recordó las palabras pronunciadas en 1996, durante la Cumbre Mundial de Alimentación, por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, quien advirtió que “las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma”.

El presidente cubano denunció las medidas coercitivas unilaterales, como el bloqueo contra su país por parte de Estados Unidos, “que dura más de seis décadas y se recrudece continuamente, apostando a la rendición de nuestro pueblo por hambre y necesidades”, así como “las aplicadas como otro método genocida, contra los palestinos en Gaza”.

Ese tema también fue abordado por el papa León XIV al dirigirse a los asistentes a la histórica celebración cuando hizo alusión a que “los escenarios de los conflictos actuales han hecho resurgir el uso de los alimentos como arma de guerra, contradiciendo todo el trabajo de sensibilización de la FAO durante estas ocho décadas”.

“Cada vez parece alejarse más ese consenso expresado por los Estados que considera la inanición deliberada un crimen de guerra, como también el impedir intencionalmente el acceso a los alimentos a comunidades o pueblos enteros”, enfatizó.

“Somos testigos del uso continuo de esa estrategia cruel, que condena a hombres, mujeres y niños al hambre, negándoles el derecho más elemental: el derecho a la vida”, denunció y añadió que “el silencio de quienes mueren de hambre grita en la conciencia de todos, aunque a menudo sea ignorado, acallado o tergiversado”.

Cuando solo restan cinco años para el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, “hemos de recordar con vehemencia que alcanzar el Hambre Cero sólo será posible si existe una voluntad real para ello, y no únicamente solemnes declaraciones”, manifestó el Sumo Pontífice.

Por tal razón, según dijo, “hoy estamos llamados a responder a una pregunta fundamental: ¿dónde estamos en la acción contra la plaga del hambre que continúa flagelando atrozmente a una parte significativa de la humanidad?”.

“En un tiempo en el que la ciencia ha alargado la esperanza de vida, la tecnología ha acercado continentes y el conocimiento ha abierto horizontes antes inimaginables, permitir que millones de seres humanos vivan y mueran golpeados por el hambre es un fracaso colectivo, un extravío ético, una culpa histórica”, aseveró el Obispo de Roma.

“Esto no es casualidad, sino la señal evidente de una insensibilidad imperante, de una economía sin alma, de un cuestionable modelo de desarrollo y de un sistema de distribución de recursos injusto e insostenible”.

“¿Pueden los responsables políticos y sociales seguir polarizados, gastando tiempo y recursos en discusiones inútiles y virulentas, mientras aquellos a quienes deberían de servir continúan olvidados y utilizados en aras de intereses partidistas?”, cuestionó.

León XIV acentuó en sus palabras a los participantes en esa cita, también dirigidas al mundo, que “sólo uniendo nuestras manos, podremos construir un futuro digno, en el cual la seguridad alimentaria se reafirme como un derecho y no como un privilegio”.

El Maipo/PL

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