Cuando se lee en las noticias sobre el intento de censurar determinado tipo de literatura en Estados Unidos es imposible no evocar a Oscar Wilde, quien dijo que los libros que el mundo llama inmorales son los que muestran su propia vergüenza.
En ese país, algunos de los titulares recurrentes de la actualidad versan sobre el esfuerzo de decenas de organizaciones ultraconservadoras para vetar volúmenes que reflejan la lucha contra la esclavitud, los desmanes cometidos durante el Holocausto o que abogan por el respeto hacia las personas de diferentes preferencias sexuales.
De acuerdo con la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (ALA), en 2022 se cuestionaron un récord de dos mil 571 títulos, un aumento del 38 por ciento con respecto al año anterior.
La organización registró además mil 269 demandas para la prohibición de textos literarios, en comparación con 729 impugnaciones contabilizadas en 2021.
Según expresó Deborah Caldwell-Stone, directora de la Oficina de Libertad Intelectual de ALA, los intentos de censura provienen de grupos organizados que se enfocan en las reuniones de la junta de la biblioteca local para exigir la eliminación de una larga lista de libros compartidos en las redes sociales.
En Florida, donde el gobernador republicano Ron DeSantis ha liderado un esfuerzo nacional de los conservadores para evitar que los estudiantes de las escuelas públicas aprendan la historia estadounidense precisa y discutan temas relacionados con la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, trans y queer (Lgbtq), un condado excluyó 176 volúmenes de los estantes de las bibliotecas escolares.
Los textos incluyen títulos infantiles que divulgan las peculiaridades de culturas asiáticas como Hush! A Thai Lullaby (¡Silencio!: Una canción de cuna tailandesa), protagonizado por una madre y un niño tailandeses, y ¡Dim Sum forEveryone!, sobre una familia que come en un restaurante chino.
A propósito de la situación, Caldwell-Stone afirmó que nunca había visto algo así.“Los últimos dos años han sido agotadores, aterradores, indignantes”, aseveró.
Asimismo, en repuesta a la resistencia encontrada en relación a las prohibiciones literarias, en Missouri, por ejemplo, los representantes cumplieron con las amenazas que hicieron anteriormente y llegaron a aprobar un presupuesto estatal que eliminó todos los fondos para las bibliotecas públicas.
Alrededor cuatro millones y medio de dólares que se darían a esas instituciones se redujeron a cero, luego de los recortes propuestos por el republicano Cody Smith, presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara Baja.
El despojo de los fondos se realizó como represalia por una querella presentada por la Asociación de Bibliotecas de Missouri (MLA, por sus siglas en inglés), que, junto con la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, demandó al estado por una ley que prohíbe cientos de títulos, incluidos algunos sobre la comunidad Lgbtq, justicia racial e historia del Holocausto.
En respuesta al presupuesto que se aprobó en la Cámara de Representantes, la MLA señaló que la eliminación total del financiamiento también era inconstitucional.
Al parecer, quienes tomaron la decisión de privar del dinero a esos centros, cuyo fin es promover la cultura, no leyeron nunca al político, polímata, científico e inventor estadounidense Benjamin Franklin. De haberlo hecho, sabrían que, según uno de los padres fundadores de la Unión, “gastar dinero en los libros es una inversión que rinde buen interés”.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)
Fuente: El Maipo/PL