Chile, una de las mayores fuentes de minerales estratégicos como el cobre o litio, ve en la minería del nuevo “oro blanco” una oportunidad para ser un actor clave en la transición energética global, generando enlaces con otros países e incorporando tecnologías para desarrollar una industria de punta, de acuerdo con el Gobierno.
“Chile tiene la oportunidad de consolidar su rol mediante una combinación de alianzas internacionales, adopción de tecnologías sostenibles y diversificación de su oferta”, señaló en una conferencia la subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería chilena, Claudia Sanhueza.
Sanhueza participó esta semana en el lanzamiento de la publicación anual.
“Perfiles Económicos del Asia Pacífico 2024”, que realiza la Fundación Chilena del Pacífico, la cual este año tuvo como foco el panorama de los minerales críticos para la transición energética global.
El texto consideró la nueva mirada a las relaciones internacionales, al tiempo que examinó el papel central de los minerales críticos en el viraje hacia economías bajas en carbono, frente a los desafíos del cambio climático y mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
“Los minerales críticos representan una pieza clave en el complejo entramado de la transición energética y la economía global. Su gestión no sólo implica decisiones técnicas y económicas, sino también elementos de política comercial y diplomacia internacional que influyen en el equilibrio de poder en un mundo cada vez más interdependiente”, afirmó Sanhueza en su presentación.
El mundo cruza actualmente el “siglo del litio”, a raíz del incremento extraordinario en la producción de este elemento y un aumento inédito de la inversión en esta industria. En Sudamérica, particularmente en los salares de Chile y Argentina, se ha dado espacio a políticas públicas para el manejo de la materia prima, ya sea para la explotación y exportación del producto, o como insumo crucial para el desarrollo de industrias locales.
Al respecto, la subsecretaria de Minería, Suina Chahuán, explicó en su intervención que Chile busca “consolidarse como un país oferente y referente mundial en la producción de minerales, fortaleciendo el desarrollo de la industria minera actual y a la vez impulsando la diversificación de los recursos extraídos y la agregación de valor”.
Chile, dueño de un 36 por ciento de las reservas de litio del mundo, concentradas principalmente en el Salar de Atacama, en la zona norte del país andino, avanza para dar forma a su industria con la estrategia nacional presentada en abril de 2023 por el presidente Gabriel Boric.
Dicha hoja de ruta tiene al Estado chileno como actor incluido en todo el ciclo productivo del mineral, mediante alianzas público-privadas, con una participación mayoritaria en los salares estratégicos por su alto potencial productivo, incluido el de Atacama, con la exclusión de la red de cuencas protegidas o en evaluación.
Recientemente, el Ejecutivo adelantó la creación de una estrategia de minerales críticos que será lanzada este año, que busca garantizar la producción, suministro y uso eficiente de los minerales, y considera para ello la promoción de investigación científica, tecnologías para la cadena de valor, factores de riesgo en los mercados e incentivos a la inversión, entre otros.
El informe revisado en la conferencia expuso además que China es el principal importador mundial de litio, con más del 50 por ciento de consumo global, seguido por la República de Corea y Japón, lo que considera a Asia como uno de los mercados prioritarios en esta área.
Por su parte, países como República Democrática del Congo y Australia son relevantes en la extracción de minerales como el cobalto y el litio, mientras que Chile posee las mayores reservas mundiales de litio, pero es superado por Australia en producción.
El documento destacó también que la energía con tecnologías limpias de la región Asia Pacífico debería abastecer más del 35 por ciento del crecimiento en la demanda energética hacia 2035.
Esto debido a la rápida expansión de energías solares y eólicas, en línea con bioenergías, geotérmicas y otras de baja emisión, los que podrían representar cerca de un 25 por ciento del total de las fuentes energéticas del mundo.
El Maipo/Xinhuanet
