(Buenos Aires) Argentina cierra un 2025 con su economía navegando entre la incertidumbre política, avances en el control inflacionario y el ajuste fiscal, y persistentes desafíos en materia cambiaria y de reservas, en un año donde un masivo apoyo financiero externo evitó una crisis.
El Gobierno del presidente Javier Milei logró sostener la desaceleración de la inflación, que se mantuvo cerca del 2 por cento mensual, y acumuló en los primeros once meses del año un superávit financiero de aproximadamente el 0,6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
No obstante, enfrentó severas dificultades para acumular reservas internacionales, atribuidas por los analistas a los altos niveles de endeudamiento, a una apreciación cambiaria y un déficit en la cuenta corriente, agravado por una sostenida salida de divisas en rubros como el turístico.
El año estuvo marcado por hitos en el frente cambiario: la eliminación de los estrictos controles de capitales conocidos como “cepo”, la implementación de un esquema de bandas de fluctuación del tipo de cambio y un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante el primer cuatrimestre del año.
Sin embargo, para varios economistas, el hecho económico más decisivo fue el anuncio de una asistencia financiera de Estados Unidos por unos 20.000 millones de dólares, en un contexto de incertidumbre electoral.
“El hecho económico más importante del 2025, sin dudas, para mí fue la ayuda del Tesoro norteamericano a la Argentina. Porque fue algo inédito, nunca se había dado un salvataje de ese tipo, fue en un momento crítico porque Argentina estaba al borde de una crisis cambiaria y financiera de magnitud y eso permitió cambiar drásticamente las expectativas y reconfiguró la situación económica en el corto plazo”, sostuvo a Xinhua el economista Rafael Flores, especialista en finanzas públicas y expresidente de la Asociación Argentina de Presupuesto entre 2014 y 2018.
Más allá de los indicadores macrofinancieros, la economía real, en particular la industria y el consumo, se consolidó como el punto flaco de la gestión económica, según coinciden los especialistas.
Según estimaciones de la Unión Industrial Argentina (UIA), la actividad industrial acumulada en los primeros diez meses del año se mantuvo estancada en niveles similares a los del último trimestre de 2024, y alrededor de un 10 por ciento por debajo de los registros de 2022 y 2023, con una marcada heterogeneidad sectorial.
La producción industrial de las pequeñas y medianas empresas (pymes) cayó un 3,2 por ciento interanual en octubre, acumulando seis meses consecutivos de retroceso.
“Persiste una depresión del consumo junto con un bajo nivel de actividad industrial y de la construcción, en un escenario de mayor desigualdad y heterogeneidad”, señaló la economista Florencia Fiorentin.
Las perspectivas para 2026, según los analistas consultados por Xinhua, se centrarán en la capacidad del Gobierno argentino para resolver el problema de las reservas y abordar los desafíos de la economía real cuya solución aún genera interrogantes.
“La combinación de apertura económica con un tipo de cambio bajo puede ser muy complicada para la economía real y creo que es parte de lo que ya estamos viendo. Hay un escenario donde no tenemos aumento del desempleo porque lo que hay es un crecimiento del cuentapropismo, pero en la práctica estamos viendo destrucción de empleo formal”, señaló Flores.
El especialista subrayó una tensión de fondo: “Una estructura productiva que no está en condiciones de competir a nivel mundial va a generar problemas en el mediano plazo para muchas actividades, porque los ganadores del modelo de Milei son actividades que generan muy poco empleo en comparación con las actividades que pierden”.
Por su parte, el economista Kevin Castillo consideró que la acumulación de reservas será clave para fortalecer la credibilidad del Gobierno y contribuir a la reducción del riesgo país desde el plano financiero, mientras que en materia de actividad anticipó un crecimiento basado, principalmente, en la explotación de recursos primarios vinculados al agro, la energía y la minería.
“Considero que esta caída constante en la industria, en la construcción y también en el comercio, que son sectores que se encuentran muy presentes en las grandes urbes, llegó para quedarse y no veo que en el 2026 haya una recuperación pujante”, precisó Castillo.
Concluyó que los sectores no privilegiados por las políticas actuales seguirán razagados y, lamentablemente, son los que emplean al grueso de la mano de obra nacional.
El Maipo/Xinhuanet



