(Tokio) Familiares de las víctimas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki expresan hoy su repudio a los dichos del presidente norteamericano, Donald Trump, por la comparación de esos hechos con los recientes ataques militares estadounidenses contra instalaciones nucleares de Irán.
La mayoría no entiende por qué el mandatario hizo tal comentario que muchos coinciden en calificar de inaceptable, por la cantidad de seres queridos que perdieron como consecuencia de algo tan devastador, además tuvieron que reconstruir ciudades reducidas a polvo, según atestiguan mediante redes sociales.
El alcalde de Nagasaki, Suzuki Shiro, rechazó el uso de armas nucleares bajo cualquier circunstancia, pues los bombardeos atómicos de 1945 tuvieron consecuencias trágicas e inhumanas.
De acuerdo con la corporación japonesa de noticias NHK, Suzuki expresó su esperanza de que Trump y otros líderes mundiales visiten la ciudad para conocer de primera mano la tragedia con sus propios ojos, oídos y corazones.
El 2024, el grupo japonés de sobrevivientes de las bombas atómicas Nihon Hidankyo recibió el Premio Nobel de la Paz, lo cual contribuyó a llamar más la atención sobre el desastre.
La decisión de Estados Unidos de dejar caer bombas atómicas sobre las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente, ha sido cuestionada durante años por numerosos historiadores.
Tal disposición la adoptó el gobierno norteamericano al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la contienda ya estaba casi ganada por los Aliados.
Sin dudas, la masacre determinó la rendición incondicional de Japón; pero el costo humano se sigue pagando todavía.
Aproximadamente 66 mil personas perdieron la vida en Hiroshima al instante de la explosión del 6 de agosto de 1945; mientras en Nagasaki, tres días después, la cifra se aproximó a 70 mil.
Cientos de miles de pobladores -la mayoría mujeres y niños- murieron con el tiempo a consecuencia de la radiación.
En Japón, cada año, en esas fechas, a la hora local exacta de la explosión, se guarda un minuto de silencio y, luego, se depositan ofrendas de flores y agua en memoria de los fallecidos y los sobrevivientes.
Muchos de ellos, en los días posteriores a la tragedia, pedían desesperadamente agua para calmar la sed generada por tantas quemaduras internas y externas, de ahí que el líquido vital se haya convertido en un símbolo de aquel triste momento.
El Maipo/PL