La crisis diplomática que desde hace meses golpea las relaciones entre Francia y Argelia escala con el paso de los días hasta poner en peligro los esfuerzos para superar heridas de un sangriento pasado colonial.
El tema migratorio parece la cuestión de fondo, sin embargo, va mucho más allá, por la gravedad de las heridas causadas por la dominación y las posiciones encontradas en el tablero geopolítico mundial, y una muestra de ello es el reconocimiento francés a la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, cuya independencia apoya Argelia.
La víspera, el primer ministro galo, François Bayrou, emplazó a Argelia con la amenaza de poner en duda la vigencia de los acuerdos migratorios bilaterales que datan de 1968, lo cual atizó las tensiones y provocó la respuesta del gobierno del país africano, en un escenario que de momento sugiere que las cosas podrían ponerse peor.
El martes, el canciller Jean-Noël Barrot había anunciado sanciones de París contra algunas autoridades argelinas, consistentes en restringir su circulación y acceso al territorio francés, medida de presión que consideró reversible, si Argel cumple con el nivel de cooperación reclamado.
La nación africana rechazó las limitaciones impuestas y el ultimátum de Bayrou, calificándolo de amenaza que encontrará una reciprocidad estricta e inmediata.
“Cualquier cuestionamiento a los acuerdos de 1968, que por lo demás han sido vaciados de todo su contenido, será seguido por Argelia con el mismo cuestionamiento a otros acuerdos y protocolos de la misma naturaleza, sin perjuicio de otras medidas que sus intereses nacionales le dicten adoptar», advirtió el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Francia acusa al país que se independizó en 1962 de su yugo colonial de no aceptar la deportación de ciudadanos argelinos señalados por delitos en suelo galo, con varios influencers a los que busca expulsar tras atribuirles la promoción de la violencia en su territorio y un discurso anti-francés.
La situación escaló después del ataque terrorista con cuchillo el pasado sábado en la oriental ciudad de Mulhouse, donde una persona fue asesinada y varias sufrieron heridas, acción cometida por un argelino con una orden de abandonar el territorio francés por su condición migratoria irregular.
Según París, la deportación del individuo en cuestión fue rechazada al menos una decena de veces.
Al respecto, el primer ministro Bayrou dio hasta seis semanas al gobierno argelino para examinar los acuerdos migratorios bilaterales, con la amenaza de que de no comprometerse en su cumplimiento, podrían adoptarse nuevas medidas.
Para Argelia, las relaciones entre los dos países se han convertidos en rehenes de las diferencias políticas en Francia.
En particular, afirmó a través de su Cancillería que la extrema derecha gala está de plácemes con el escenario existente, por sus intenciones de enrarecer los vínculos bajo una visión que tildó de revanchista y generadora de odio.
Los presidentes Emmanuel Macron y Abdelmadjid Tebboune acordaron en la capital argelina en agosto del 2022 una hoja de ruta para relanzar unos nexos bilaterales contaminados por el pasado.
Sin embargo, desde entonces los acontecimientos no han marchado en esa dirección, posponiendo Tebboune su visita a París, en medio de acusaciones mutuas por la cuestión migratoria, del arresto en Argel del escritor Boualem Sansal, señalado por atentar contra la seguridad del Estado, y de la postura encontrada sobre el Sahara Occidental.
El Maipo/PL
